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¿Cómo está cambiando el consumo de vino en la era Covid?

¿Cómo está cambiando el consumo de vino en la era Covid?

La Covid-19 ha traído consigo no sólo nuevas formas de relacionarnos, trabajar, movernos, ...sino también de consumir. Y el vino, en concreto, debido a su elevado factor de socialización, ha sufrido una importante transformación en los últimos meses. Pero ¿cuáles eran las tendencias que se percibían antes de que la pandemia cambiara nuestra realidad y cuáles de ellas se mantendrán?

Según un informe elaborado por Wine Intelligence, presentado por Juan Parks (director de la consultora para España y Sudamérica) en un webinar organizado por la Plataforma Tecnológica del Vino y la OIVE, la mitad del vino consumido en el mundo a principios de 2020 se enmarcaba en la categoría “value” (bajo precio), un 40% se consideraba “standard” y un 10% prémium y superprémium. Pero mientras las dos primeras categorías descendían (-2% y -1%, respectivamente), los vinos de mayor valor incrementaban su peso (un 4% en el caso de los prémium y un 2% los superprémium). En estos momentos, las generaciones más jóvenes se acercaban al vino de una forma distinta, apostando por bebidas más dulces, espumosas y con bajo contenido alcohólico; y dando una oportunidad a envases alternativos a la tradicional botella de vidrio, como las latas y el baginbox.

Con la llegada de la pandemia, y sobre todo con el confinamiento que conllevó el cierre de mercados y canales, el consumidor se ha visto obligado a modificar algunos de sus hábitos para adaptarse a la nueva situación.

¿Qué pasó durante el confinamiento?

En base al estudio de IWSR, en una primera fase, en países como Reino Unido y USA se incrementó el consumo de vinos tranquilos pero descendió el de aquellos que se relacionan con fiestas y celebraciones, como espumosos (especialmente champagne) y fortificados. Precisamente los segmentos de población que más bebían fuera de casa, los más jóvenes, fueron los que lideraron el incremento del consumo en el hogar, creando nuevos momentos de consumo, como por ejemplo durante quedadas “online” con familiares y amigos; “comidas informales” en casa; y, fuera de las comidas, en otros momentos como al final del día. Y sin duda, el canal más beneficiado fue el online, aupado por el cierre de las tiendas físicas.

En nuestro país, y en base a una encuesta realizada por la FEV, las bodegas españolas habrían incrementado de media su facturación en el canal online un 161% entre marzo y junio, si bien éste todavía supone un porcentaje muy pequeño de las ventas para la gran mayoría de ellas (en torno a un 1% de media).

Y ahora, ¿qué?

Si bien seguimos afrontando aún una situación atípica, con restricciones a la movilidad, limitación de aforos y un elevado grado de incertidumbre, algunas tendencias parecen haber llegado para quedarse:

-La premiumización: el vino es considerado un “lujo asequible” en un momento en que se posponen gastos más cuantiosos como viviendas, viajes o coches.

-Nuevos momentos de consumo: ocasiones como la copa de vino al acabar el día o durante una comida informal en el propio hogar mantienen su vigencia, dado que de momento la socialización sigue siendo parcial. Precisamente en este sentido, explica Juan Parks, “las bodegas deben preguntarse qué tipos de vino son los adecuados para cubrir ese nicho creciente de consumo en momentos informales.

-El comercio online: su importancia se mantiene, a pesar de que una parte de los consumidores “digitales” vuelve a comprar en tiendas físicas. Volviendo a la encuesta realizada por la FEV, un 84% de las bodegas españolas que comercializan online han advertido que seguirán intensificado su estrategia en este canal .

-El bag-in-box: cobra protagonismo como el formato más adecuado para el consumo en el hogar y además está experimentando una cierta “premiurización”. No obstante, esta tendencia es más visible en otros mercados, como los anglosajones, que en España, donde no parece terminar de explotar.

-Las marcas mantienen su peso (64%) como uno de los principales criterios de compra, porque facilita la toma de decisiones a un consumidor abrumado por preocupaciones e incertidumbres.

Concluye el estudio de IWSR que “el consumo de vino sigue siendo una prioridad para el consumidor internacional en la era Covid-19”, pero que los productores deben atender a las nuevas formas de relacionarse, de comprar y de beber para adaptarse a las demandas actuales.



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