Labels & Labelling ha publicado sus previsiones sobre las principales tendencias en la industria de etiquetas en 2017. Así, el presidente de Finat, Thomas Hagmaier, ha destacado la necesidad de las empresas pequeñas de especializarse, ante el peligro de desaparecer, ya que las grandes corporaciones están cambiando el escenario de forma muy rápida. También ha querido hacer hincapié en la necesidad de conocer bien los mercados y trazar un plan claro antes de realizar inversiones.

Para Mike Fairley, director de desarrollo estratégico de Labels & Labelling, gran parte de las innovaciones técnicas desarrolladas en los últimos diez años tienen que ver con la tecnología digital. El mercado está pidiendo mejoras en relación a los costes, el retorno de las inversiones y la rentabilidad, y además, que se cumplan nuevos requerimientos medioambientales, las demandas en cuanto a trazabilidad de la cadena de suministro y los desafíos en relación al contacto con los alimentos, entre otros. Estos cambios implican un incremento de la complejidad de la impresión tanto de la etiqueta como del packaging, una mayor demanda de capacitación de los trabajadores y de la gestión. Así, las empresas de impresión de etiquetas avanzarán hacia una mayor automatización de los procesos de gestión y de producción.

Jakob Landberg, director de ventas de Nilpeter, observa tres tendencias principales: personalización y complejidad, sostenibilidad y globalización. En relación a la primera, entiende que 2017 estará marcado por el impulso de máquinas especializadas, tales como las de multicapa, multisustrato, multilaminados y multiprocesos. Algunas de las especialidades que se espera que se desarrollen de forma importante son las ecoetiquetas más precisas, en cuanto al ajuste del color y la técnica de impresión; el impulso del look artesanal, con etiquetas que buscan resaltar el origen natural del producto; y mayor protagonismo de la contraetiqueta.

Respecto a la conciencia entre calidad y precio, todavía existe una batalla por recorrer. Por un lado, las empresas de etiquetado ofrecen soluciones para reducir la huella de carbono del producto final, pero la diferencia de coste que ello supone no es algo que los clientes estén dispuestos a asumir, a pesar de que los consumidores claman cada vez más por un packaging sostenible.