Con la entrada en vigor del Real Decreto que impone el uso de envases irreutilizables y etiquetados de aceite de oliva en las salas de horeca, el sector nacional de aceites ha visto cumplida una de sus viejas aspiraciones, reivindicación dirigida a eliminar las supuestas mezclas y el rellenado de las clásicas vinagreras. Así, la norma conlleva una exposición con marca en los restaurantes, cafeterías y bares. De ese modo, puede suponer una oportunidad para mejorar la presencia de las enseñas de aceite de oliva en el mercado e, incluso, para conformar la propia marca , en el caso de los embotelladores con un negocio hasta ahora centrado en el suministro a retail y MDD, como se analiza en el reportaje sobre la norma y sus repercusiones que ha publicado la revista Hostelmarket (Alimarket).
Por tanto, la hostelería se ha visto implicada en el programa para valorizar el aceite de oliva, como modo de proyección de la joya gastronómica española hacia el consumidor nacional y el turista. Y en ese cometido impuesto, los establecimientos de horeca pueden hallar un nuevo marchamo de calidad, por sumar imagen, higiene y comodidad en el servicio de un producto ya casi irrenunciable.
La mayor parte de los grandes envasadores de aceite han reaccionado a la nueva normativa con la conformación de un catálogo, con distintos formatos y precios, que responde a los diferentes perfiles de cliente en el sector horeca. Ya antes, dicho ramo y sus salas habían sido concebidos como objetivo estratégico para compañías como Deoleo, Acesur, Oleosalgado, Oleoestepa, Borges y Grupo Ybarra. Con ese planteamiento, el grupo Borges entró en el capital de la cordobesa Capricho Andaluz, líder en monodosis, e Ybarra unió su negocio de food service con Agrolimen.
El aceite virgen extra, el de mayor calidad, es la bandera de un surtido para los restaurantes y bares, que protagonizan los formatos monodosis (ampollas, sobres, tarrinas y miniaturas), inherentemente acordes a la ley, y las botellas de 250 ml .