La campaña de ajo arranca en el sur de España con cierta incertidumbre ante la crisis sanitaria del Covid-19. La evolución de la demanda y los precios, así como una posible falta de mano de obra, son los principales factores que más preocupan a los productores españoles. No obstante, las perspectivas iniciales son positivas y se espera que los mercados internacionales absorban más del 63% de la producción.
La Mesa Nacional del Ajo ha realizado su habitual análisis antes del inicio de cada campaña, que este año estará marcada por la respuesta del consumo hacia el género procedente de China. El gigante asiático es con diferencia el mayor productor de ajo -abarca más del 80% de la producción mundial- y, tras llevar varios meses con la mercancía retenida por la pandemia, "está comercializando su producto a precios muy bajos".
La entidad presidida por Julio Bacete afirma que, sin embargo, los mercados internacionales prefieren el ajo español, ya que que la presente temporada se ha iniciado con mayor demanda y sin existencias del año pasado. Por esta razón, las previsiones apuntan a una exportación superior a la lograda en 2019, que -según la Mesa Nacional del Ajo- correspondió al 63% del volumen cosechado en España.
Iniciada la campaña en las zonas más tempranas como en Andalucía, las preocupaciones por falta de mano de obra se han ido disipando y no se espera que sea un problema, aunque en Castilla-La Mancha -como principal zona productora de ajo nacional- y otras demarcaciones como Extremadura, Madrid o Castilla y León aún hay dudas de si contarán con la mano de obra necesaria para sus respectivas campañas.
Respecto a la superficie de cultivo, exceptuando Andalucía, que prevé un descenso del 20%, el resto de las comunidades autónomas está en la misma línea que durante la pasada campaña. Por lo tanto, a nivel nacional, se prevé un descenso del 5% de la superficie cultivada.