¿Está el tejido industrial preparado para el almacenamiento energético?

El apagón eléctrico del pasado 28 de abril fue breve, pero suficientemente revelador. En apenas unos minutos, miles de instalaciones solares conectadas a la red se desconectaron por seguridad ante una inestabilidad en la frecuencia del sistema. Aunque el incidente fue excepcional, sus efectos colaterales abrieron un debate urgente sobre la robustez de nuestro modelo energético. También pusieron de relieve una realidad que muchas industrias ya habían comenzado a asumir: la electrificación sin almacenamiento es una solución incompleta.

Desde entonces, en Quantica hemos observado un crecimiento sin precedentes en las solicitudes de soluciones con batería y sistemas de respaldo. Este cambio no obedece únicamente al miedo a un nuevo apagón, sino a una reflexión estratégica de fondo. La necesidad de proteger los procesos clave de cada empresa, de asegurar la continuidad operativa y de optimizar el uso de la energía generada. Actualmente, la penetración de almacenamiento en nuestros proyectos industriales multiplica por cinco la media del mercado, lo que refleja una transformación en curso que ya no es coyuntural, sino estructural.

Entonces, ¿está el tejido industrial preparado para esta transformación? Más que una cuestión tecnológica, la pregunta interpela a la cultura energética de las organizaciones. Hasta hace muy poco, el autoconsumo se consideraba una palanca para el ahorro. Hoy, sectores como el alimentario, el farmacéutico o el logístico lo perciben como una infraestructura crítica, especialmente en un contexto de subidas en los precios de la electricidad, incertidumbre geopolítica y exigencias regulatorias de descarbonización.

En instalaciones frigoríficas, por ejemplo, una interrupción de apenas unas horas puede suponer la pérdida de toneladas de producto y comprometer la trazabilidad sanitaria. En plantas logísticas, los cortes interrumpen operaciones automatizadas con impacto inmediato en la cadena de suministro. En ambos casos, el almacenamiento energético emerge como una herramienta clave, no solo para gestionar excedentes solares, sino para garantizar el suministro en momentos críticos.

Esta tendencia no es exclusiva de España. En mercados más avanzados, como Estados Unidos o Corea del Sur, el almacenamiento se ha integrado como parte del diseño energético desde fases muy tempranas. El conocimiento compartido entre países y la experiencia acumulada en soluciones complejas nos permite adaptar en el entorno local prácticas que han demostrado ser efectivas en contextos industriales exigentes.

Sin embargo, la maduración de este vector tecnológico requiere soluciones adaptadas a cada entorno, con asesoramiento técnico riguroso y escalabilidad real. Debemos apostar por integrar almacenamiento desde el diseño, combinando inversores híbridos, baterías inteligentes y sistemas de backup programables. Esto permite no solo responder ante emergencias, sino operar en modo isla de forma controlada, evitando la desconexión de los consumos prioritarios. En este contexto, adquiere especial relevancia el modelo de plataforma energética: integrar diseño, instalación, monitorización, almacenamiento, suministro y mantenimiento en una solución única, coherente y robusta.

España ha dado pasos importantes hacia un modelo más distribuido, competitivo y limpio. Pero el almacenamiento sigue siendo la pieza pendiente del puzzle. Desde el sector esperamos que hacia 2027 haya un ecosistema más maduro para el almacenamiento, con un fuerte impacto en el mix eléctrico. Y es que la próxima ola de transformación industrial no dependerá tanto de quién produzca más energía, sino de quién sepa gestionarla mejor. La resiliencia, en un sistema interconectado y expuesto a múltiples riesgos, será la nueva ventaja competitiva.

Lo que ocurrió el 28 de abril no debe servir para cuestionar el modelo renovable, sino para completarlo. Apostar por el almacenamiento es, en definitiva, apostar por una industria más autónoma, más robusta y más preparada para liderar la transición energética desde la práctica, no desde la teoría.

Javier Becerra es CEO de Quantica, compañía especializada en la ejecución de instalaciones de autoconsumo solar e integrada en el Grupo Hanwha.

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