Tras varios años en los que la única posibilidad era limitarse a sobrevivir, el aparente final de la crisis más larga de las últimas cuatro décadas ha supuesto un factor de motivación para el sector del embalaje logístico, cuyo objetivo es ahora lograr incrementar el valor añadido de los productos. En estos difíciles años en los que el cliente sólo pedía precios más baratos, las empresas no han querido despistarse con vistas al momento en el que la situación económica viviese un cambio y, con pequeñas cifras, la inversión en I+D para que sus productos mejoraran prestaciones han sido constantes.
Pese a que parece difícil que se vuelva a la situación anterior en 2007 (con grandes especialistas en pequeños nichos), la diversificación no se antoja un problema para el modelo al que se quiere volver, el de la gran especialización en un campo, aunque las particularidades de cada sector hacen que el camino sea distinto. En el sector de los consumibles, conceptos estéticos como la personalización, hasta ahora inexplorados, parece que resultarán claves a medida que se afiance la idea de que la imagen de marca de los clientes debe potenciarse en cada aspecto de su negocio (incluyendo, por tanto, el embalaje terciario).
En el caso de las cajas, contenedores y palés, la confianza en que la exportación será el motor de los pedidos resulta clave para entender los cambios que se están produciendo para lanzar soluciones específicas para clientes cada vez más exigentes. En cambio, en el mercado de la paletería de madera, la evolución parece más compleja si no se reactiva de alguna manera el sector de la construcción, el que fuera su motor durante mucho tiempo y para el que no se ha podido encontrar un sustituto capaz de absorber los volúmenes anuales producidos hace casi una década.