La salida de la crisis coincide con un periodo de transformación bastante profundo en el mercado del embalaje flexible. Tras una década en la que el sector se asentó en su fase de madurez, los cambios tecnológicos y las nuevas demandas tanto de clientes como de consumidores han obligado a ejecutar importantes inversiones para adaptarse a estos nuevos gustos. La principal revolución procede de la impresión, donde las tecnologías más modernas, como la HD, han conseguido que las fabricantes de embalaje flexible se planteen modificar sustancialmente su perfil, pasando de proveedores de grandes volúmenes a ofrecer soluciones personalizadas y en volúmenes mucho más limitados.
De prosperar este nuevo modelo, se volvería a una época en la que el precio no lo era todo, y el embalaje flexible podrá renovar sus armas como herramienta de marketing. La prueba de que el sector está cambiando lentamente su forma de trabajar se puede observar en su evolución económica, pues la facturación de las empresas que lo forman creció un 4,2% en 2014 frente al año anterior, hasta los 1.295 M€, mientras que los volúmenes comercializados se mantuvieron estables, lo que revela una recuperación de los precios y un aumento del valor añadido.
Con todo, a las dudas generadas por el ritmo de la recuperación económica se suma la lentitud con la que el consumidor español acepta los cambios en materia de packaging, de manera que soluciones como el doy-pack, muy implantado en mercados de nuestro entorno, está teniendo aquí un éxito limitado. La orientación del sector hacia otros mercados resulta, por tanto, beneficiosa, ya que, si bien los réditos a estas inversiones tardan en llegar aquí, las soluciones tecnológicas que desarrolla el sector sí son apreciadas en los países de destino de nuestras exportaciones.