La oferta de centros residenciales para personas mayores dependientes en España es muy variopinta.
Lo es por la gran diversidad de tamaños, desde las pequeñas residencias de 20 plazas a los macrocentros de 300-400 plazas, muchos de ellos antiguos centros del IMSERSO.
Lo es también por el carácter de sus promotores; desde el modelo benéfico asistencial de algunas congregaciones religiosas, hasta los centros de los grandes grupos empresariales conformados por fondos de inversión y entidades financieras, pasando por pequeños negocios familiares.
Es diverso también su modelo de gestión. Desde la austeridad que roza la legalidad y el control exhaustivo de los gastos, en el caso de algunos centros privados, al dispendio (especialmente en gastos de personal) de algunos centros públicos.
Tenemos centros que la comunidad profesional considera cutres, y están los nuevos centros para personas de “alto standing”; por cierto, los primeros llenos y los últimos con muchos problemas de ocupación.
Pero con todo, desde el punto de vista del consumidor que va a comprar una plaza de manera privada, resulta difícil encontrar diferencias entre unos y otros, más allá de los edificios y las instalaciones, características que son importantes pero que no son definitivas a la hora de inclinar la balanza en el momento de la compra.
Esta indiferenciación está especialmente acentuada entre los grandes grupos que son muy similares entre sí. La misma tipología de centros, instalaciones y equipamientos parecidos, perfiles parecidos de directores y directivos. Cuando uno visita varios centros de estos resulta difícil distinguir uno de otro. Otra cosa será la atención, pero eso se sabe una vez tomada la decisión de compra y cada uno lo vive de una manera diferente.
Creo que va siendo el momento de que los gestores vayan adquiriendo un estilo propio en la gestión de las personas. Un estilo propio y único que les ayude a diferenciarse de la competencia. Un estilo que imprima carácter y que permita al consumidor tener claro que ese centro es un centro diferente, un centro especial.
Este “nuevo estilo” tiene mucho que ver, (o todo), con las personas que trabajan en nuestros centros. Tenemos que conseguir que la gente que trabaja allí se sienta orgullosa de hacerlo y que se sienta orgullosa de la empresa para la que trabajan. Resulta difícil encontrar centros así, supongo que debe haberlos, pero cuesta encontrarlos.
Aitor Pérez Artetxe, socio director de Gerokon