El mercado de la confitería ha sufrido, casi como ningún otro sector, los estragos de la pandemia en sus cuentas, arrastrado por el cierre definitivo de buena parte de los establecimientos de venta por impulso y la bajada de ventas en la distribución moderna. Una coyuntura que, junto a la escalada del precio de la energía y las materias primas, ha provocado el cierre de una clásica fabricante de caramelos duros y balsámicos.
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