La Ley 1/2025 de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario ya es una realidad

El pasado 1 de abril entraba en vigor, con un par de años de retraso, la Ley 1/2025 de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario. Se trata de una nueva normativa cuyo principal objetivo es, como su nombre indica, disminuir el desperdicio de alimentos en toda la cadena (desde la producción a la distribución). En la práctica, su meta es reducir en un 50% el despilfarro per cápita en hogares, restaurantes y comercios minoristas antes de 2030 o en un 20% las pérdidas en la producción, transformación y distribución; fomentar la donación “segura” como alternativa prioritaria a su eliminación; promover la economía circular y el aprovechamiento de excedentes alimentarios; o sensibilizar a la población y a las empresas sobre la importancia de un consumo responsable.

Medidas que, en cualquier caso, cuentan ya con una gran implantación en el sector nacional de la distribución. No en vano, tomando como fuente la tercera edición del estudio ‘Indicadores de Sostenibilidad’, publicado por la Asociación Española de Distribuidores, Supermercados y Autoservicios (Asedas), en 2024 el índice de desperdicio alimentario se redujo. De forma más concreta, pasó del 0,6% al 0,45%.

Es decir, prácticamente el 100% de los alimentos que distribuyen los minoristas y mayoristas españoles son puestos en manos del cliente, donados para consumo humano, reaprovechados como subproductos en alimentación animal o revalorizados energéticamente. Cálculo que, según indican desde Asedas, se ha hecho sobre una estimación de más de 15 Mt de alimentos distribuidos, unos 2 Mt más que el año anterior. Por su parte, el índice de residuos valorizados -incluyendo orgánicos y no orgánicos- alcanzó el 91,7% por el 91% anterior. Valorización que incluye el reciclaje de materiales y, en el caso de los alimentos, la derivación a piensos para alimentación animal o energía, entre otros.

“Las empresas han hecho un grandísimo esfuerzo en uno de los indicadores claves para la distribución de alimentos. A pesar del incremento del volumen de mercancías puesto a la venta y de factores externos imprevistos -como fenómenos climáticos-, la prevención a largo plazo y la digitalización están dando grandes resultados en esta materia”, asevera María Martínez-Herrera, directora de Sostenibilidad de Asedas.

Característicasde la nueva ley

Una de las claves de esta normativa es que establece una “jerarquía” de prioridades en la gestión del excedente, cuyo primer destino será siempre el consumo humano, a través de la donación. Si esto no fuera posible, se optará por su transformación en productos alternativos (como mermeladas o zumos). En el caso de que el género no sea apto para el consumo humano, se destinará a alimentación animal y la fabricación de piensos y, en último lugar, podrá ser utilizado por terceras industrias como subproductos para la elaboración de compost o biocombustibles. El texto también exige que los establecimientos dispongan de un plan de prevención (quedando exentos los de menos de 1.300 m2, salvo en unas condiciones muy determinads)

Al margen de estas obligaciones, este marco legal también anima a los distribuidores a implementar estrategias que eviten la acumulación de excedentes, como conseguir una rotación adecuada en los estantes, ofertar descuentos en alimentos próximos a su fecha de caducidad, disponer de lineales con alimentos imperfectos, feos o poco estéticos o incentivar el consumo de frescos de proximidad y de temporada, acciones estás últimas que, sobre todo, afectan a la sección de frutería/verdulería.

Desde Aecoc, Nuria Pedraza, directora de Comunicación y Relaciones Institucionales, considera que, precisamente, el “principal desafío” será “poder garantizar que en cualquier localidad de España haya entidades receptoras suficientes y con los medios humanos y el equipamiento necesario para poder acoger el gran volumen de donaciones a raíz de esta aprobación”. No obstante, la asociación valora “positivamente” la nueva normativa, ya que comparten tanto los objetivos como el espíritu de la misma. No en vano, desde 2012 Aecoc desarrolla el proyecto ‘La Alimentación no tiene desperdicio’, aprovéchala”, una iniciativa que trabaja en una doble dirección: por un lado, prevención; y, por otro, en hacer algo útil con la mercancía que no puede ser comercializada.

Además, en un contexto donde los consumidores priorizan las iniciativas sostenibles, adoptar estas prácticas puede convertirse en una ventaja estratégica para el distribuidor. En palabras de José Miguel Ruiz del Barco, director de frutas y hortalizas de Covirán, la prevención del desperdicio no es solo “una obligación ética, sino una oportunidad para mejorar cada eslabón de la cadena”. De hecho, según el ‘Barómetro del Desperdicio Alimentario’, realizado por Aecoc con el apoyo de Phenix (compañía especializada en maximizar el valor del excedente), un 62% de los encuestados asegura que elegiría su supermercado en función de las medidas que adopte frente al despilfarro, aunque solo un 32% afirma conocer si su tienda habitual las tiene.

Es más, este estudio también revela que un 80% de los participantes están interesados en conocer que hacen los establecimientos con la mercancía no vendida. Es por ello que Phenix considera que otras medidas importantes serían visibilizar las acciones realizadas, formar e involucrar al personal en la identificación de productos en riesgo y la gestión de excedentes o medir y comunicar los resultados de forma clara, ya que existe “una demanda creciente de transparencia y comunicación por parte del consumidor”.

La tecnología gana terreno

Una de las opciones para minimizar el desperdicio que más adeptos está consiguiendo es el uso de herramientas tecnológicas.

De hecho, prácticamente el 100% de las cadenas consultadas por Alimarket para la elaboración de este reportaje están implantando o han implantado sistemas automatizados de pronóstico y reaprovisionamiento de los pedidos que llegan a las tiendas, para ajustarlos a las necesidades reales diarias del centro. “Dentro de nuestros establecimientos disponemos de herramientas ofimáticas que contribuyen a que se lleve un mayor control de stock permitiendo ajustar así los pedidos que se realizan a la venta real”, comenta Ilona Shkvarska, responsable de compras de fruta y verdura de Musgrave.

Por poner algunos ejemplos, Grupo Cuevas participa en el proyecto europeo SOS FOOD (Sustainability Optimization for Secure Food Systems), una iniciativa que busca acelerar la transición ecológica del sistema alimentario mediante el uso de tecnologías de inteligencia artificial y análisis de datos. En este marco, según explica Carlos Costa, director comercial del grupo, “aportamos la experiencia en distribución alimentaria para desarrollar herramientas que permitan reducir el desperdicio, mejorar la sostenibilidad —especialmente en productos locales— y aumentar la rentabilidad”. Gracias a este proyecto se creará una red de recopilación de datos y se diseñarán sistemas de apoyo a la toma de decisiones, con especial foco en el análisis predictivo del comportamiento de compra.

Entretanto, en 2024 Alcampo instaló en todo su tejido comercial, ‘Smartway España’, una solución tecnológica que analiza los productos frescos cuya fecha de caducidad se aproxima y propone, en cuestión de segundos, la mejor opción para evitar su desperdicio: un descuento de hasta el 50% o la donación a bancos de alimentos. Gracias a ello, en el pasado ejercicio, el grupo salvó más de 6 M de artículos. Esta misma empresa lanzó, también en 2024, las denominadas ‘Happy Box’, cestas de frutas y verduras perfectas para el consumo, pero que no cumplen con todos los requisitos para su comercialización. A lo largo de ese año, 59 hipermercados y 262 supermercados ofrecieron este tipo de soluciones, vendiendo casi 128.000 cestas que han evitado que 397 t de estos frescos “hayan terminado en la basura”. En paralelo, en algunos hipermercados aprovechan frutas, verduras y carne que, aunque tienen formas estéticas diferentes, son aptos para el consumo. Estos ingredientes se transforman en recetas frescas en sus bistrós.

Asimismo, Lidl ha evitado el desperdicio de más de 1.500 t de frutas y verduras en el primer año de implementación de su ‘bolsa antidesperdicio’ (disponibles por 3 € y con hasta 5kg de comida).

Por su parte, el nuevo Grupo Empresarial El Jamón, gestor de los locales homónimos, está empezando a introducir campañas para la venta de frutas con aspecto “imperfecto” pero de igual calidad. También Covirán ha creado puntos de descuento específicos para “fruta imperfecta” o de menor calibre, con el fin de darle salida rápida y “dignificar” su valor nutricional y comercial. Para ello, se presenta con un precio más competitivo y una señalización “clara”, tal y como también hace Eroski (una de las pioneras en ofertar “fruta fea” y que, en 2024, comercializó 631 t) o Carrefour, aunque solo en el caso de las hortalizas “distintas”. Esta última, también ofrece descuentos “sustanciales” en artículos cercanos a finalizar su vida útil, identificados con el símbolo de ‘antidesperdicio’ de la compañía y expuestos en neveras específicas.

Finalmente, Amazon puso en marcha una prueba piloto en Valencia para los pedidos de alimentos de Amazon Fresh y que pasa por el uso de bolsas biodegradables, elaboradas con materiales vegetales como almidón de maíz y aceites producidos en Europa, que podrán reciclarse y transformarse en nuevas bolsas en el futuro, en colaboración con la empresa italiana Novamont, junto con investigadores de la propia compañía especializados en materiales. En concreto, las bolsas de base biológica de Amazon Fresh que son devueltas por los clientes a los repartidores se reclican mecánicamente, convirtiendo el material en pellets para posteriormente entregarlos a Novamont, quien a su vez los utiliza para fabricar nuevas bolsas.

Acciones que, por otro lado, entroncan con las preferencias de los consumidores. Según el citado estudio de Aecoc, las estrategias que más se valoran son los descuentos en artículos próximos a caducar (69%), la venta a granel (54%) y la posibilidad de ofrecer frescos envasados al vacío (59%), que ayudan a ajustar las cantidades compradas.

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