Lorena Zenklussen
El profesional inmobiliario se encuentra en un momento de transformación, impulsado por múltiples fuerzas que están redibujando el panorama residencial. Si bien persisten desafíos estructurales como la escasez de oferta o los precios elevados, lo que realmente marcará la diferencia en los próximos años será la capacidad del agente para adaptarse a nuevas demandas del sector.
Este nuevo paradigma quedó claramente reflejado en la XV edición de Inmociónate, el principal encuentro para profesionales inmobiliarios celebrado en Málaga. Más de 700 agentes de distintos países compartieron formación, experiencias y perspectivas sobre lo que está por venir. Y aunque los enfoques fueron diversos, el mensaje de fondo fue común: el agente inmobiliario del futuro ya está aquí, y no se parece tanto al del pasado.
Una de las ideas más repetidas fue la necesidad de integrar tecnología y humanidad. La inteligencia artificial se ha convertido en una aliada para optimizar procesos y mejorar la interacción con el cliente, pero no basta con automatizar. La verdadera ventaja competitiva radica en combinar esa eficiencia con inteligencia emocional (IE): entender los miedos del comprador, conectar con sus motivaciones profundas y acompañarlo más allá de la transacción. Esta simbiosis entre IA e IE ya no es un lujo, es una competencia básica.
En paralelo, se abordó la necesidad urgente de evolucionar los modelos de relación con los clientes. El sector lleva tiempo operando con una cierta informalidad que, en el contexto actual, resulta ineficaz. Cada vez más agentes apuestan por establecer acuerdos formales de representación, lo que no solo aporta seguridad jurídica, sino que refuerza la percepción de profesionalidad. La implicación del cliente no se consigue solo con visitas, sino con confianza, seguimiento personalizado y un enfoque relacional desde el primer contacto.
Otra constante fue la creciente relevancia del comprador internacional. Aunque la eliminación de la Golden Visa plantea nuevas reglas de juego, la demanda foránea sigue siendo clave para muchas zonas del país. Atraer y fidelizar a este tipo de cliente requiere habilidades específicas: conocimiento legal, fluidez idiomática y sensibilidad intercultural. El agente moderno ya no puede ser solo un experto local; necesita una mentalidad global.
Este proceso de transformación profesional no es una amenaza, sino una oportunidad para reposicionar la figura del agente como un consultor integral, un referente de confianza y un puente entre realidades diversas. Eventos como Inmociónate no solo visibilizan este cambio, sino que lo impulsan, conectando talento, innovación y visión compartida.
El futuro del sector residencial no lo decidirán únicamente los grandes indicadores económicos. Lo definirán, sobre todo, las personas que lo hacen posible. Y el agente inmobiliario está llamado a liderar ese cambio si sabe combinar lo mejor de la tecnología, lo esencial de lo humano y lo valioso de lo global.
Lorena Zenklussen es directora comercial de financiación hipotecaria de Unión de Créditos Inmobiliarios (UCI)