La realidad social derivada de la pandemia del Covid-19 ha supuesto un punto de inflexión para que la actividad económica en general y el gran consumo en particular, que ha afrontado toda la crisis en primera línea como servicio esencial, se plantee cuál es su ‘propósito’, su razón de ser. En marzo tocó asumir el único propósito posible, el que unió a todo el planeta, aumentando las expectativas sobre las empresas, que debieron responder a la pregunta '¿Cómo puedo ayudar a la sociedad?' y conectar su discurso con audiencias más allá de sus clientes y públicos internos.
En general, la distribución alimentaria y el gran consumo se volcaron en primavera en paliar algunos efectos de la pandemia, como la escasez de material sanitario o el suministro de bienes de primera necesidad; pero en algunos casos se ha ido un paso más allá, tomando medidas que afectan a parte de la actividad empresarial. Entre ellas, destacan iniciativas para proteger el empleo por delante de los resultados de la compañía, así como algunas primeras prácticas de mayor transparencia y rendición de cuentas, informes sobre brecha de género y entre plantilla y cuadro directivo, tributación responsable o trazabilidad social, experiencias que quedan recogidas en el Informe 2020 de Tendencias en Distribución Alimentaria elaborado por Alimarket.
No obstante, el grueso de esfuerzos de la distribución alimentaria se centra hoy en temas 'clásicos' de la RSC, como la sostenibilidad, y otros nuevos que cobran fuerza, como bienestar animal, accesibilidad y la lucha contra el desperdicio alimentario. El Informe 2020 de Tendencias en Distribución Alimentaria de Alimarket recoge las principales iniciativas de cadenas distribuidoras como El Corte Inglés, Makro, Hijos de Luis Rodríguez, Ahorramas, Supermercados Lupa, Alcampo o Froiz, así como empresas de gran consumo como Danone, Hijos de Rivera, Capsa o Industrias Lácteas Monteverde.