La distribución alimentaria está inmersa desde hace más de dos años en un mar agitado, primero por una crisis sanitaria sin precedentes, a la que se ha sumado la escasez de materias primas y una inflación desconocida en cuatro décadas. El sector ha dado muestras claras de resiliencia para sortear la marejada. Así, ha logrado mantener ingresos, aunque las ventas por metro cuadrado se han reducido ligeramente y también las inversiones.
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