Materias primas de packaging: Una situación que trasciende la coyuntura

La industria del packaging está acostumbrada desde hace muchos años a sufrir continuos vaivenes en los precios de los materiales empleados en la transformación, que encuentran su origen en factores tan dispares como la situación geopolítica, los cambios en la demanda o la climatología. Entre 2014 y 2018 se ha vivido un periodo marcado por la estabilidad después de una fase muy convulsa, especialmente para los productos plásticos, en el que a continuas escaladas siguió una rápida precipitación en las materias primas con motivo de la crisis económica. La pandemia del Covid-19 supuso cierta interrupción en una tendencia ascendente en casi todas las tipologías, que en el momento del estallido se encontraban en una fase aún poco pronunciada. Sin embargo, el esperado efecto rebote que vino tras los meses de mayor encierro está sorprendiendo por su intensidad. La situación que se produce en todos los sectores, con la excepción del vidrio donde los avanzados procesos de recuperación de material reciclado permiten que la estabilidad sea la norma, trasciende de las circunstancia puntuales y se alimenta de varios factores que hacen temer que esta fase alargará en el tiempo seguramente hasta mediados del próximo año. Aunque cada material tiene sus particulares demonios, existen factores comunes a prácticamente todos los sectores.

El primero tiene que ver con la actual voracidad de China, una economía que con medidas muy duras supo controlar la evolución de la pandemia y experimentar una rápida recuperación, lo que le ha permitido reactivar rápidamente su producción industrial. El segundo factor tiene que ver con las dificultades que existen ahora mismo en el transporte marítimo por la falta de contenedores y navíos capaces de cubrir toda la demanda actual, lo que ha encarecido de forma espectacular los costes para el movimiento de mercancías. Y el tercero está relacionado con los precios de la energía, un factor nada despreciable teniendo en cuenta que el grueso de los sectores implicados en la transformación de packaging son electrointensivos, amén de consumir otras fuentes de energía (como el gas).

Plástico: la fuerza mayor y Covid-19 lo cambian todo

Todas las asociaciones europeas que representan a la industria transformadora del plástico llevan 2021 aterrorizadas por una escalada que no tiene visos de frenarse. Desde principios de año el sector avisa de una combinación de factores descontrolados que amenaza con convertir la situación actual en un problema endémico. El primero de todos tiene que ver con el uso (y, según las mencionadas asociaciones, abuso) de la “fuerza mayor”, una fórmula jurídica a la que se acogen las compañías fabricantes de primeras materias en circunstancias extraordinarias en las que falla la provisión de determinados componentes pero que, según los transformadores, se ha usado en los últimos ocho meses de manera indiscriminada disparando los precios. En abril de 2021 EuPC contabilizaba hasta 30 fábricas acogidas a esta medida (38 en febrero de 2021 según Polymers for Europe Alliance), dos de ellas en la región ibérica, una circunstancia que encareció de forma notable a polímeros muy populares como el PS, el PE o el PP. A estas circunstancias se suman unos precios del petróleo al alza (el Brent se encuentra en su máximo anual y en cifras de hace dos años y medio con 70 $ el barril y, según Goldman Sachs, llegará a los 80 $/barril en el último cuarto del año) y una industria productora cada vez más alejada de Europa (con Oriente Medio y Asia como grandes núcleos de fabricación), lo que dificulta la capacidad del Viejo Continente de garantizarse un suministro a precios realmente competitivos.

A todo esto se añade la situación generada por la expansión del Covid-19, que ha puesto en el disparadero la demanda de materias primas plásticas para la fabricación de EPIs básicos en la lucha contra el coronavirus como son las mascarillas o los trajes sanitarios. El resultado es que a junio de 2021 el PEAD rondaba los 2.050 €/t (unos 1.190 €/t en octubre del pasado año); el PEBD estaba en el entorno de los 2.300 €/t (1.200 €/t ocho meses antes); el PS vivió un pequeño descanso y se situó en 2.300 €/t tras un mes de mayo en el que rebasó los 2.500 €/t (mientras que en el otoño pasado sus niveles rondaban los 1.300 €/t); y el PP se mueve entre sus distintas variedades (para inyección, copolímero o soplado) entre los 2.000 y 2.200 €/t (en octubre no pasaba de los 1.250 €/t). De entre los commodities habituales para el packaging, el PET es el que ha experimentado unos ratios de subida más contenidos, pasando de los 900.000 €/t del último trimestre de 2020 a los 1.300 €/t en los que está ahora (aunque en abril alcanzó un pico en el que se superaron los 1.400 €/t).

La situación se produce además en un momento de profunda transformación del plástico en favor de soluciones alternativas. Con los bioplásticos aún en proceso de arranque (aunque la demanda es cada vez más importante la producción es proporcionalmente baja), la gran apuesta, tanto industrial como institucional, tiene que ver con el material reciclable, donde el rey absoluto es el rPET de grado alimentario. Este material, llamado a relevar al PET tradicional, goza de un importante éxito en los planes de todos los envasadores, pero en la práctica la oferta apenas cubre la demanda declarada. Hace pocas semanas cinco asociaciones que representa a la cadena de valor del PET (recicladores, envasadores y fabricantes de envases) se dirigieron al vicepresidente de la Comisión Europea para expresar su preocupación por la lentitud en la concesión de autorizaciones para los procesos de reciclado de PET en contacto con alimentos ya que, según sus cálculos, en la actualidad, existen más de 600.000 t de capacidad instalada de procesado de rPET de grado alimentario que permanecen inactivas, una medida que serviría para desatascar la situación de los precios de esta materia. A esto se suman aspectos complementarios (y en realidad generales para toda la industria del packaging) como por ejemplo las tintas de impresión, los aditivos y masterbatches, sometidos también a una fuerte presión al alza.

Madera: la “reconstrucción” de EE UU causa estragos

Aunque a priori se trata de un material que tiene un peso relativamente bajo en el total de la industria del packaging, el producto en sí resulta estratégico para una industria tan importante como la del papel y el cartón. En el último año el comportamiento de esta materia prima ha sufrido una escalada que se ha reflejado en hasta tres subidas de precios, algo totalmente inusual en un producto considerado como muy estable. Aunque de nuevo China se presenta como una de las principales causas, hay que mirar al mercado norteamericano para entender qué está ocurriendo. Desde finales del pasado año existen una serie de estímulos gubernamentales en EE UU para ayudar en proyectos de rehabilitación de vivienda. A eso se une un fuerte incremento del sector de la construcción en este país, donde la madera juega un rol esencial. Aunque desde junio parece que las cifras se han atemperado los 1.000 pies cuadrados de madera blanda (medida estándar de cotización en EE UU) alcanzaron cifras de más de 1.600 $ en el mes de mayo en un momento en el que se absorbió toda su capacidad de producción más la de Canadá, países que en la actualidad representan dos de los cinco principales productores de madera del mundo.

A esta situación se suma un inesperado efecto de la pandemia en la industria del mueble en los países occidentales, con una demanda a la que los fabricantes apenas tienen armas para poder cubrir, comprometiendo también la producción de otras importantes regiones productoras como el Norte del Europa y el Báltico. En España, según la Escola de Enxeñaría Forestal de Vigo, la industria de esta región, una de las más importantes de España en producción de madera, volvió en 2020 a niveles cercanos a los logrados en 2018, su año récord, en el que alcanzó un valor de unos 2.200 M€, y eso a pesar de que las exportaciones experimentaron una fuerte contracción de cerca de un 20% (lo que dejó las cifras de este capítulo en los 700 M), y con toda seguridad en el transcurso de 2021 estas cifras volverán a ser rebasadas.

Papel y cartón: el ecommerce rompe barreras

La consecuencia de los precios de la madera no se limita únicamente a sus transformados “naturales” como pueden ser las cajas, embalajes y palets, sino que reverbera también en una industria clave como el papel y cartón, sometida además a sus propias presiones. El efecto del comercio electrónico durante la pandemia es el elemento que quizás más ha influido en este proceso. Aunque la tendencia favorable a la venta online se viene observando desde hace bastante tiempo, el cierre del comercio físico y las necesidades de protección de la población (especialmente en los meses más duros), han disparado de forma notable a este sector, de forma que por primera vez el valor de las transacciones electrónicas superó según la CNMC la barrera de los 50.000 M€ en 2020, un crecimiento especialmente destacado si se tiene en cuenta que sectores tradicionales de la venta online como el transporte, el turismo o los espectáculos autodiovisuales apenas tuvieron peso en los volúmenes del pasado año por las restricciones, por lo que fue la entrega de mercancías de todo tipo el protagonista absoluto del sector. A esto se suma un cambio en las tendencias del consumo en campos como el delivery o el horeca, donde por cuestiones medioambientales el plástico tiene cada vez menos eso en favor del cartón o sus derivados.

El panorama no es algo propio del mercado español sino que es una tendencia general de prácticamente toda la economía mundial. A estas circunstancias se añade, cómo no, la situación en China. Hace tres años, el gigante asiático abordó un cambio en su política medioambiental con objeto de hacer menos contaminante su industria y reducir su dependencia de los deshechos de distinto tipo (entre ellos papel y cartón) que procedían de economías desarrolladas y que utilizaba como materia prima para su proceso productivo. La situación generó en su momento una crisis en Europa que se vio inundada de residuos empujando los precios hacia abajo, pero ahora la situación resulta radicalmente distinta y China apenas tiene medios para cubrir su propia demanda, lo que le ha llevado a comprar materia prima fuera. Según Aspapel entre septiembre de 2020 y marzo de 2021 se registraron un total de cinco meses en los que los precios mensuales del papel para reciclar subieron a ritmos de dos dígitos, con un récord absoluto de la serie histórica en el mes de marzo, en el que el porcentaje de subida fue del 54,2%. De nuevo se experimenta cierta contención de un tiempo a esta y en mayo y junio se vieron retrocesos, lo que no ocurría desde julio de 2020. En cuanto a los papeles para embalaje, diversos fabricantes europeos como Sappi o Lecta han anunciado en lo que llevamos de 2021 hasta tres subidas de precios en distintos momentos, con oscilaciones que se han movido siempre en el entorno del 8%-10%.

Metal: China es insaciable

Los materiales metálicos aplicados a envase, esto es, el aluminio y la hojalata (derivado este último del acero) son los que con diferencia más están sintiendo el incremento de los precios. En el caso del primero, los disparados precios de la bauxita, elemento fundamental para su fabricación, han situado los niveles de este metal en niveles un 40% superiores entre septiembre de 2020 y julio de 2021, con una desaforada escalada desde el mes de febrero que ha dejado el rango actual en los 2.500 $/t. Lo mismo se puede decir del acero que, empujado por la subida de uno de sus principales componentes, el hierro (que a día de hoy, con 200 $/t, vale el doble que hace un año) en el mercado de futuros estadounidense alcanzó el pasado mes de julio el valor de 1.780 $ la bobina. Aunque la hojalata funciona de una manera distinta al acero (salvo algún caso muy residual sus salidas comerciales se limitan al packaging) hay que remontarse a abril de 2020 para encontrar una bajada en sus precios mensuales.

De nuevo hay que mirar la situación de estos materiales en clave internacional, sobre todo por la demanda que procede de la construcción en EE UU y China, país este último que, pese a ser el principal fabricante de aluminio del mundo con 37 Mt (el segundo, Rusia, ronda los 3,6 Mt, menos del 10%) ha disparado sus importaciones en más de un 30% en los últimos meses. Y en cuanto al acero, también el gigante asiático ha provocado un terremoto en los precios por los recortes en la producción ordenados a los principales fabricantes de la provincia de Tangshan, donde se concentra el 14% de la producción acerera del país, debido a los altos niveles de contaminación que está buscando reducir de manera desesperada, un control de la producción que el gobierno del país ya ha anunciado que mantendrá y hasta ampliará en los próximos meses si los peligros medioambientales no se reducen.

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