Ganadores nacionales de James Dyson Award

Se acaban de anunciar los ganadores nacionales de James Dyson Award 2025. El galardón, dirigido a jóvenes estudiantes y coordinado por la Fundación James Dyson, tiene como objetivo impulsar e inspirar a la próxima generación de ingenieros y diseñadores a crear tecnologías que resuelvan problemas reales de la sociedad. En esta edición 2025, James Dyson Award ha premiado en la fase nacional a un proyecto ganador, Haptika, y a dos finalistas, entre ellos INARI centrado en sostenibilidad y medio ambiente. 


PROYECTO GANADOR 
El problema. Perder una extremidad no solo afecta la movilidad, sino también la percepción y la interacción con el entorno. Las prótesis existentes, aunque funcionales, no permiten sentir lo que se toca. Esta falta de retroalimentación sensorial provoca que muchas personas abandonen el uso de sus prótesis o no logren integrarlas plenamente en su vida diaria. Además, las soluciones actuales que sí ofrecen percepción táctil suelen ser invasivas, complejas y poco accesibles, dejando un vacío importante en la mejora de la experiencia y la autonomía de las personas amputadas. 

Haptika es un dispositivo diseñado para recuperar la percepción del tacto en personas con prótesis en miembros superiores, ofreciendo retroalimentación sensorial en tiempo real. Su innovador funcionamiento mejora la precisión del agarre, el control motor y el rendimiento funcional tanto en la vida diaria como en procesos de rehabilitación.
El dispositivo permite percibir diferentes texturas, presiones y movimientos gracias a sensores que detectan la interacción con objetos y transmiten esta información al usuario. Esto hace que las prótesis sean más intuitivas, seguras y cómodas de usar, aumentando la autonomía y la confianza de quienes las utilizan.
¿Cómo funciona? El dispositivo se compone de dos elementos principales: un guante con sensores y un brazalete háptico. El guante incorpora sensores de presión en tres de los dedos: pulgar, índice y corazón. Esto permite detectar el agarre y el contacto. Su diseño facilita la adaptación a la prótesis con forma de mano sin necesidad de modificaciones. Los datos captados por el guante se envían de manera inalámbrica al brazalete, eliminando la necesidad de cables y facilitando su uso. 

Por su parte, el brazalete cuenta con cinco motores de vibración distribuidos a lo largo de una correa elástica que se coloca en el muñón. Cuando el guante detecta presión, activa las vibraciones en la banda. A mayor fuerza de agarre, mayor intensidad de vibración.  Esta retroalimentación ayuda a los usuarios a regular la fuerza aplicada. Además, el brazalete incluye botones para ajustar la intensidad y sensibilidad de las vibraciones, una batería recargable USB-C y una correa de velcro que permite colocarlo y ajustarlo con una sola mano.
La invención. Haptika nace a partir del trabajo conjunto de Jordi Puig, Albert Lladonosa, Jung Ji Suh y Núria Aguado, estudiantes de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). “Desde los 12 años me ha apasionado la robótica. En 2019, diseñé y construí mi primera prótesis biónica de brazo impresa en 3D”, afirma Jordi. El proyecto empezó a tomar forma durante el máster en Ingeniería en Diseño y Desarrollo de Producto, donde Jordi conoció a Albert, Núria y Jung Ji: “Les presenté el proyecto, se sintieron identificados con la visión, y decidimos formar equipo para desarrollar conjuntamente el diseño que tenemos actualmente”. 
Núria Aguado, convencida del potencial transformador del dispositivo, recuerda cómo desde el primer momento sintió que era una gran oportunidad para mejorar la vida de miles de personas: "Desde el primer momento, vi en este dispositivo un enorme potencial para mejorar la calidad de vida de miles de personas y me sentí profundamente motivada a aportar mis conocimientos, creatividad y esfuerzo para hacerlo realidad". En la misma línea, Jung Ji Suh valora haber participado en el desarrollo de un dispositivo innovador y útil: "Siempre quise desarrollar un producto que pudiera ayudar a las personas y la propuesta de Jordi llegó en el momento perfecto". Albert, por su parte, subraya la fuerza del trabajo en equipo y cómo cada contribución permite que el proyecto cobre vida: "Lo que más me inspira es ver cómo cada aportación del equipo contribuye a que este proyecto cobre vida y tenga un impacto real".

“Haber terminado nuestro máster en diseño de producto hace tan poco y recibir el galardón nacional James Dyson Award 2025 es algo increíble para nosotros. La mayoría tenemos un background más técnico, así que crear un producto como este ha sido todo un reto. El reconocimiento nos ayudará a dar a conocer nuestro proyecto y a acercarnos a nuestro objetivo: aportar la sensación del tacto a quienes lo necesiten”, señalan.

El equipo ganador de la fase nacional de James Dyson Award recibe hoy el reconocimiento y la visibilidad de la institución, así como una aportación económica de 6.000 € para apoyar sus próximos pasos en el desarrollo y la comercialización de Haptika. 

LOS FINALISTAS
BLUST – segundo finalista
El problema. En regiones sin acceso a electricidad, mantener la cadena de frío es un desafío crítico para el transporte de muestras médicas. Esto es especialmente grave en zonas remotas de países como Sudán, Níger, República Centroafricana y República Democrática del Congo, donde ONGs necesitan trasladar muestras de sangre para diagnosticar epidemias. Las temperaturas extremas y la infraestructura limitada dificultan que estas muestras se mantengan entre 2 y 8 °C. Cuando este límite se supera se vuelven inutilizables, poniendo en riesgo la detección y tratamiento de enfermedades. 
La solución. Conscientes de este problema y desarrollado para ayudar a Médicos sin Fronteras, Alèxia Farré, Lluc Rodó, Lidia Teruel y Carmen Bataller, de ELISAVA Barcelona School of Design and Engineering, decidieron buscar una solución frente a este desafío y crearon BLUST.
Con el sistema de BLUST, se logra dar un paso hacia adelante en el transporte de materiales biomédicos en territorios con recursos limitados. Esto resulta crucial para garantizar el acceso a la atención médica en regiones del mundo donde la sociedad occidental carece de interés económico y social, contribuyendo así a reducir la brecha de desigualdad humanitaria. La separación de BLUST en dos módulos permite que se llegue a los lugares más insólitos de la Tierra. Gracias a la incorporación de un panel solar desplegable y una tecnología de refrigeración de ultra bajo consumo, el usuario no depende de la red eléctrica ni de generadores de energía externos, lo que permite mantener el frío de forma totalmente autosuficiente. 

“Este es un producto creado con mucho cariño y esfuerzo, fruto de un profundo estudio de entendimiento de la problemática que aborda. Espero que reciba la visibilidad necesaria para que todos seamos conscientes de este desafío y podamos contribuir a su solución”, asegura Carmen Bataller, una de las creadoras de BLUST.

INARI – Tercer finalista
El problema. España es el principal productor mundial de aceite de oliva. Con más de 2,7 millones de hectáreas de olivar y una producción anual cercana a los 17 millones de toneladas, se trata de una industria clave para la economía, el paisaje y la cultura del país. Sin embargo, esta producción también genera una gran cantidad de residuos. Uno de los más abundantes es el hueso de aceituna: por cada tonelada de aceite, se generan entre 2 y 3 kilos de hueso, lo que se traduce en unas 510.000 toneladas anuales solo en España.
Al mismo tiempo, los agricultores necesitan protectores que resguarden a los olivos jóvenes de depredadores, el calor y el viento, pero los sistemas tradicionales son difíciles de mantener y suelen estar hechos de plásticos no biodegradables, aumentando el impacto ambiental.
De familia andaluza dedicada a la agricultura, sobre todo al cultivo de olivos y cultivos en invernaderos, Alex Zambudio, estudiante de ESDI-Universidad Ramón Llull y creador de INARI, señala: “Gracias a mi experiencia directa, tuve la oportunidad de conocer de primera mano los retos que afronta este sector: el uso de materiales poco sostenibles, la acumulación de residuos y la necesidad de soluciones más eficientes para proteger las plantaciones jóvenes. Esta conexión personal con el campo fue clave para decidir que mi proyecto debía centrarse en la industria agrícola, y en particular, en el olivar”.
La solución. El proyecto INARI desarrolla protectores para olivos jóvenes, que en sus primeros años necesitan resguardo frente a depredadores y fenómenos climáticos como granizo, viento o lluvias intensas. Los protectores actuales, de plástico, se rompen con facilidad y generan contaminación en los olivares. INARI propone una alternativa fabricada con un biomaterial vegetal, biodegradable y compostable, que tras cumplir su función se descompone y enriquece el suelo. De este modo, el residuo de la industria del aceite se transforma en un recurso agrícola, cerrando un ciclo circular que combina protección, sostenibilidad y adaptación a las necesidades del sector.
Haptika, BLUST e INARI pasan a la siguiente fase de James Dyson Award. El 15 de octubre se anunciará la lista de los 20 finalistas internacionales, seleccionados por los ingenieros de Dyson, y el 5 de noviembre se conocerán los ganadores mundiales, elegidos por James Dyson.
 

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