Cuando hablamos de innovación en el sector del embalaje los aspectos y pilares que lo condicionan son el consumidor, las exigencias de las cadenas de distribución, la presión legislativa y los nuevos desarrollos tecnológicos. Son estos cuatro puntos cardinales para el sector, los referentes en cuanto a nichos de mercado que está viendo evolucionar de una manera desmesurada.

El sector del embalaje, con cerca de 1.500 empresas y más de 73.000 personas empleadas en España, no se puede decir que está aislado de la crisis, desde luego. Su facturación cercana a los 17.463 M€ en 2010, se ha visto reducida un 10% respecto a 2007. Por esta razón, se hace necesaria día a día la búsqueda de nuevos espacios de mercado.

El fundamental en estos momentos es el consumidor, un consumidor del siglo XXI más concienciado con el medio ambiente, más preocupado por su salud, sin tiempo para casi nada, pero eso sí, cada vez más tecnológico, por lo que día a día aumentan las ventas del sector por Internet o dispositivos móviles.

Junto a estas premisas hemos de tener en cuenta que el consumidor actual, cada vez solicita más información a la hora de comprar un producto. Y junto a todas estas características encontramos una crisis económica en nuestro país, lo que va a hacer al consumidor cada vez más exigente con la calidad de su producto y el precio al que lo compra. En este sentido, las empresas han de saber optimizar al máximo los costes asociados a la distribución y el embalaje.

Ante este mapa de ruta, el sector del embalaje encuentra que día a día, la legislación que le afecta es cada vez más restrictiva por lo que ha de buscar, amparado en la innovación, nuevos materiales, más biodegradables, con una menor emisión de huella de carbono, más ligeros, más reciclables y reutilizables, con nuevas funcionalidades y más seguros. Lo que nos abre un abanico de posibilidades con la nanotecnología y los envases activos y funcionales.

Otra de las tendencias que podemos ver claramente es que los clientes están utilizando el packaging o embalaje para diferenciarse del resto de marcas. Cada marca busca su embalaje customizado porque el consumidor final, difícilmente compra un producto porque lo ha probado con anterioridad. Por ello, el elemento más potente para atraer al consumidor es sin duda un embalaje diferente, atractivo, competitivo y diferenciador.

La otra punta de lanza del sector es el ofertar servicios propios y diferenciados a los clientes del embalaje, es decir a aquellas empresas que van a comprar el embalaje. En este sentido, embalar en el punto de origen o un diseño personalizado ad hoc son algunos de los símbolos de distinción a tener muy en cuenta.

Cuando hablamos de embalaje, igual que hablamos de cualquier otro sector, las empresas de esta industria han de saber adelantarse al futuro y comprender que las nuevas tecnologías son un aliado para los negocios. Si no contamos con ellas, otras empresas serán las que lo hagan. El e-comerce, las redes sociales, las empresas y las ventas vía internet son un foco de negocio para los embalajes que están empezando a despuntar, aunque todavía necesitan una revolución en los precios puesto que el embalaje vía internet ha de tener un coste similar o menor al de la empresa más cercana.

Para todas aquellas empresas de embalaje que puedan permitírselo por tamaño, la internacionalización es otra de las vías de negocio más directas porque hemos de saber que esta crisis no es mundial.

Las tendencias del sector son claras y por ello hemos de buscar el hueco que más le acopla a cada una para que cuando esta crisis toque a su fin estemos situados en una posición privilegiada en el mercado. Lejos de la tradición, el sector del embalaje busca su sitio en la innovación.