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En telemedicina, no todo vale

Las certificaciones marcan la diferencia

En telemedicina, no todo vale

En días pasados leía con agrado la declaración que Roberto Nuño, Director del Instituto Vasco de Innovación en Salud, hacía para un diario nacional de España: “Si una aplicación sustituye un dispositivo médico como un glucómetro o un electrocardiograma, el app tiene que cumplir la misma normativa que el aparato al que sustituye”.

Cuando hablamos de Telemedicina, este mensaje no puede pasar desapercibido, puesto que la revolución tecnológica ha dado como resultado que no sólo las empresas especializadas en tecnología sanitaria, sino que cualquier otra lance al mercado aplicaciones de salud de forma indiscriminada. Médicos y usuarios son bombardeados con ofrecimientos de aplicaciones de salud en sus móviles, en sus tablets, en todo tipo de dispositivos que, en materia de telemedicina, son seudo-profesionales y que intentan simplificar la gestión de la salud, pero que en la mayoría de los casos no lo consiguen.

Me queda claro que no contar con las debidas certificaciones es una buena razón del rotundo fracaso al que están condenadas la mayor parte de las aplicaciones sanitarias .

Permítame ofrecerle un ejemplo, si un aficionado al footing sale a correr todos los días con un dispositivo que le da información sobre cuántos kilómetros ha recorrido y el aparato se equivoca diciéndole que la distancia fue de 3 kilómetros en lugar de 3 kilómetros y 200 metros, podríamos decir que el error es irrelevante. No obstante, si usted es un paciente crónico de diabetes y se compra en la tienda de aparatos electrónicos el glucómetro que está en oferta o se descarga de Internet un app de control de diabetes, la historia cambia por completo. Cualquier error que este glucómetro o aplicación refleje respecto a sus niveles de glucosa puede poner su vida en inminente riesgo.

De igual forma, sería un acto de irresponsabilidad que un médico se aventurara a establecer un diagnóstico basado en los datos que arroja un aparato o app de esta naturaleza. Las consecuencias que acarrearía un diagnóstico tratado a la ligera podrían consistir en serias repercusiones legales e incluso la pérdida de la vida del paciente.

Desde mi experiencia, puedo afirmar que es evidente que la salud no es un asunto de los equipos de las tiendas de descuento ni tampoco de cientos de ineficaces aplicaciones del ciberespacio y que los que se dedican a la noble tarea del cuidado de la salud deben apoyarse en tecnología que cumpla con rigurosas normativas de calidad internacionales, establecidas por organismos y autoridades competentes.

Afortunadamente, hay compañías cuya vocación es el desarrollo de plataformas tecnológicas de salud que sí se han tomado en serio el tema de la telemedicina y reconocen la importancia de ofrecer soluciones homologadas y certificadas que apuesten, con pie firme, por elevar la calidad de atención y gestión de pacientes con enfermedades crónicas.

Bajo mi punto de vista, antes de confiar en cualquier aparato electrónico o app, usuarios y médicos deben comprobar si responde o no a los requisitos básicos de fiabilidad como haber sido testado previamente con usuarios potenciales, si cuenta con cualificación profesional, si deja claro los riesgos que su manejo puede suponer para la seguridad del paciente y si dispone de certificaciones internacionales que aseguren el cumplimiento con las regulaciones y estándares de la industria en su proceso de fabricación y para su puesta en el mercado.

Llevo 25 años dedicándome al desarrollo de tecnología de teleasistencia y telemedicina y en este caminar he aprendido que la permanencia de un producto en el mercado sólo es posible cuando éste cumple de forma coherente los requisitos del usuario y los requisitos aplicables a los productos sanitarios . Esto se consigue mediante el cuidadoso seguimiento de estándares de calidad en su proceso de diseño, desarrollo, producción, venta, distribución, instalación y mantenimiento.

No me cabe la menor duda de que muchos productos y aplicaciones seguirán lanzándose al mercado con la intención de imitar a los dispositivos verdaderamente profesionales, sin embargo, en lo relativo al ámbito de la salud, donde la certificación es un gran valor, pocos se mantendrán firmes sustentando una realidad: en el mundo de la telemedicina, no todo vale.



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