Conocer de dónde viene un producto ayuda a valorar su calidad. Las características y atributos de los alimentos que van más allá de su buena apariencia son desconocidos para el consumidor, lo que hace de las distintas denominaciones de origen una marca de calidad, que orientan al cliente final. La DO designa unos atributos condicionados a una procedencia geográfica determinada. Sólo cuando se comprueban las propiedades singulares de la fruta y hortaliza originaria de un lugar, la Unión Europea concede el sello de Denominación de Origen Protegida (DOP) e Indicación Geográfica Protegida (IGP). Precisamente una de las últimas que han recibido el reconocimiento del registro comunitario de DOPs e IGP ha sido la IGP ‘Tomate La Cañada de Níjar’, que se ha convertido en la única indicación geográfica protegida para tomate en España y la segunda en Europa, tras la de Pachino, provincia italiana de Siracusa. Desde la IGP aseguran que este reconocimiento se convierte en una herramienta esencial para la comercialización y promoción. Para coordinar las ventas de su tomate certificado, unas 12.000 t en 2011, y buscar nuevos clientes, las siete empresas que integran la IGP han creado una oficina comercial.
Además de esta IGP existen otras que están a punto de lograr el reconocimiento europeo, como son la IGP ‘Pimiento de Benavente’ y la IGP ‘Plátano de Canarias’. En el sector hortofrutícola existen más de 30 certificaciones. Por volumen cabe destacar, D.O. ‘Kaki Ribera del Xúquer’, con más de 49.500 t registradas, la IGP Poma de Girona (45.000 t), D.O. Pera de Lleida (40.000 t) e IGP ‘Cítricos Valencianos’ (14.000 t).