La progresiva ralentización del gasto en restauración a lo largo de 2008 y los meses transcurridos de 2009 ha afectado con especial virulencia los segmentos de bollería y panadería, perjudicando tanto al producto fresco como al congelado. Por primera vez en la corta historia de las masas congeladas en España, la bollería decreció tanto en volumen como en valor, mientras el pan vio mermada su espectacular proyección. El peso del canal en los resultados de las grandes compañías oscila entre el 38% de las ventas de Europastry y el 25% de las de Ingapan.1