Hace un año, nos hacíamos eco de la teoría que afirmaba que la suma de una política de bajada de tipos y de un escenario de mayor contención de la inflación podría ir revitalizando a lo largo de 2025 el alicaído segmento del venture capital en el foodtech nacional. Sin embargo, un año después no podemos afirmar que esa recuperación se haya empezado a materializar durante el ejercicio en curso. Seguiríamos, por tanto, navegando en la etapa de ajuste que dio inicio tras el pico de inversión alcanzado entre 2021 y 2022, caracterizada por un comportamiento más disciplinado y selectivo por parte de los inversores, que durante los últimos años vienen priorizando modelos de ingresos y costes claros, tecnologías validadas, eficiencia en procesos y rutas de integración industrial más cortas. Ahí estamos, y probablemente sea el marco más adecuado para ir labrando un nuevo crecimiento sano y sostenible para este sector.
Más allá del muro de la financiación, este ecosistema tiene que enfrentar otros retos determinantes, y hablamos principalmente de la dificultad de encontrar apuestas industriales estratégicas que acompañen desarrollos tecnológicos largos, más propios del foodtech que de otros sectores, facilitando el escalado y la transferencia de tecnologías disruptivas a la operativa industrial. Para las empresas, la gran duda desde el punto de vista macro es acertar con el momento de adoptar ciertas tecnologías, principalmente por la incertidumbre que genera la obtención de resultados más allá del corto plazo, mientras desde la bancada de las startups, vemos cómo buena parte de los proyectos adolecen del conocimiento de la realidad de una planta industrial o de los procesos de configuración de productos. En definitiva, de la dificultad de escalar e integrar tecnologías o ingredientes novedosos con infraestructuras existentes.
Volviendo sobre la idea de la necesidad de generar nuevos modelos de colaboración que involucren con mayor compromiso a la industria alimentaria, durante los últimos meses hemos dado cuenta de algunas iniciativas en las que detectamos nuevos enfoques estratégicos que impactan directamente en el impulso del ecosistema. A lo largo de este Informe 2025 sobre el Ecosistema Foodtech desglosamos tanto proyectos armados desde la industria alimentaria, protagonizados en los últimos doce meses por corporaciones tan relevantes como Mahou San Miguel, Hijos de Rivera, Capsa, Covap, Pascual o Ceamsa, como por distintos actores del ecosistema, que han dado un paso adelante desde los tradicionales programas de aceleración a nuevas dinámicas con mayor integración en el tejido alimentario.
Y en el centro de todo, las startups, sus tecnologías, sus equipos y sus modelos de negocio. En este informe, también volvemos sobre los 10 proyectos que han mostrado un mayor dinamismo, ya sea por su capacidad de escalado, por haber cerrado las rondas de inversión más importantes del año o por su impacto en la operativa de la industria alimentaria.