El sector del congelado lleva años sumido en su propia dinámica, un paso por delante del comportamiento que acaba adoptando el conjunto del mercado alimentario. Si entre 2010 y 2013 recogimos bajadas de precio de la cesta de la compra en frío negativo, el pasado año ya se anotó una recuperación de siete décimas que ahora (con datos de Iri para el año móvil cerrado en marzo de 2015) se convierte en un nuevo avance del 1,9%. El mercado vuelve a situarse en la órbita de los 2.100 M€, si bien se deja por el camino un retroceso en términos de volumen del 0,3%. Por su parte, Nielsen recoge un crecimiento del 2,9% en valor hasta los 2.060 M€ (en su caso el TAM se cierra a finales de abril).
La composición del congelador medio en los hogares españoles presenta pocas variaciones desde hace años. Los productos del mar suponen la primera partida de gasto (en torno al 34%), con una notable preponderancia del producto sin elaborar. A continuación se sitúan, a pesar de su estacionalidad, los helados, que suponen un 30% del ticket anual en alimentación de frío negativo, mientras que las soluciones congeladas (platos preparados y precocinados) se mantienen en torno al 25%, y con una cierta tendencia descendente. El resto corresponde a productos de origen vegetal, bien sean hortalizas o patatas, éste último el producto más volátil de todo el mercado. Iri ha contabilizado un descenso del 5,2% para este producto, con un desplome del precio medio del 10,5%, que deja la patata a 1,1 €/kg, por debajo del precio de 2012. Es evidente que varias de las tendencias que imperan ahora mismo en el gran consumo no ayudan al sector de congelados. En primer lugar, la apuesta decidida de todas las cadenas de distribución por sus secciones de frescos (frutería, carnicería, pescadería y panadería), estrategia con la que persiguen arañar cuota a la tienda tradicional y aumentar el número de visitas a sus establecimientos. Una política de la que sólo pueden salir beneficiados la industria de los productos del mar (buena parte del producto vendido en pescadería es descongelado en el propio establecimiento) y aún así con cierto disimulo frente al shopper, que no siempre es consciente de esta circunstancia.
