En 2016, el discounter alemán Aldi continuó regenerando su tejido, trasladando a nuevas ubicaciones aquellos centros más antiguos o que por sus dimensiones ya no cumplían con sus nuevos cánones comerciales. Este proceso se tradujo en el cierre de un total de 22 establecimientos, parte de los cuales se vieron compensados por la puesta en marcha de otra veintena de unidades a las que hubo que sumar la reforma de varias tiendas.