Según un estudio elaborado por Metafase, compañía de equipos de venta externa, una vez en el punto de venta el consumidor emplea siete segundos en escoger sus productos. "Elegimos un producto frente a otros por los estímulos que recibimos en ese preciso momento", añade el gerente de la compañía, Julián Sánchez. Cada uno de los sentidos condicionan y guían nuestras compras al tiempo que se convierten imprescindibles en el proceso de elección. Sin ir más lejos, la vista no ayuda a distinguir las ofertas, promociones, identificar las marcas, entre otros. Para Julián Sánchez "el campo visual es fundamental y eso se tiene en cuenta no sólo en todo lo anterior, sino también en la misma implantación de los productos, que valoran desde el tipo de comprador potencial hasta la marca y referencia". La música se convierte en un elemento imprescindible para los estados de ánimo; mientras el sentido del olfato contribuye a la compra de artículos de alimentación y perfumería. "Se trata de ofrecer más experiencias que productos", añade Sánchez.

Aunque el gusto es el estímulo más difícil de resaltar, puede ser potenciado con acciones de degustación que permiten al cliente probar el producto antes de comprarlo. "A las personas nos gusta sentir por el tacto: detectar la suavidad o aspereza de un envase, tocar el tejido de una camisa, etc.", explica Julián Sánchez. De esta manera, se concluye que aquel producto que consiga llegar mejor a los consumidores "tendrá mucho más fácil el éxito".