Las empresas del sector Construcción pueden mejorar su competitividad a través de la optimización de costes y la gestión de la innovación como un proceso empresarial. Es precisamente en las propias obras y áreas tangenciales a la producción, donde se realiza un importante número de innovaciones no planificadas. Para incorporar en la estrategia de la empresa este conocimiento, puede contarse con asesoramiento externo experimentado, especialistas en los aspectos fiscales relacionados con la actividad de I+D+i.
Una parte importe de la innovación en las empresas constructoras puede detectarse en obra, a través de la identificación de nuevos procesos, productos y servicios, tipo de materiales, etc. Todo ello es lo que se entiende por innovación no planificada en obra. Debido a los cambios cada vez más dinámicos del mercado, las empresas se han visto en la necesidad de crear estructuras más ágiles y adaptables a nuevas realidades, así como la desestandarización de procesos tradicionales. Por ello, áreas como Compras, RR.HH., Calidad u otros departamentos de soporte no productivos, están generando nuevas formas de trabajar. De ahí que sea tan importante anclar ese conocimiento, como trasladarlo a otras áreas de la empresa.
Otra consecuencia de lo anterior es la creación de una estructura de I+D para mejorar su competitividad y posicionamiento en el mercado, tratando de crear una red a lo largo de la organización para identificar la innovación de forma transversal, aumentando los potenciales puntos de entrada de transmisión de ese nuevo conocimiento.
El 60% de la innovación que se acomete en las empresas constructoras es no planificada. El ahorro que podrían conseguir dependerá de su tamaño. Pero algo más importante incluso que la propia deducción es el conocimiento que dejan de poner en valor. Es un error estratégico no hacer una política de afloramiento del conocimiento adquirido por las personas.
Aun siendo las Constructoras el sector con más certificaciones, la innovación no planificada es muy alta. Según los últimos datos disponibles de Mineco de 2008, se han emitido en la Construcción informes motivados de 277 proyectos, por un importe de 144,5 M€. Fue el CNAE con mayor número de proyectos y el segundo en cuanto a importe. Según AENOR, el año anterior (2007), el 17,5% de los proyectos certificados provenían de empresas del sector de la construcción.
Desde aproximadamente 2004, en los procesos de licitación pública, uno de los criterios de valoración utilizados es tener proyectos certificados según la Norma 166.001, o sistemas de gestión basados en las 166.002. Este hecho ha obligado a las empresas a estar certificadas en proyectos y sistemas, impulsando la innovación en un sector aparentemente no tan vocacional como pueden ser el Farmacéutico, la Banca o el de las TIC.
¿Cómo pueden las empresas constructoras mejorar la gestión de su innovación? Para incorporar en la estrategia de la empresa el conocimiento, puede contarse con asesoramiento externo experimentado, especialistas en los aspectos fiscales relacionados con la actividad de I+D+i que evitan el sobredimensionamiento de la estructura. Pero no sólo es una razón de costes. Las empresas tienen su propio concepto de lo que es I+D+i. Todas ellas tienen un umbral a partir del cual, determinado punto es innovación o mejora continua o actividad tradicional. En las empresas que tienen un área de I+D, el umbral que establecen para que un proyecto sea innovador es habitualmente mucho más elevado debido a sus propias experiencias. Los expertos suelen poner el foco en las innovaciones disruptivas, aquello que rompe completamente con el estado de la técnica, pero sin embargo, consideran la innovación evolutiva como un proceso más de mejora continua, cuando no es así, llegando a obviar las novedades subjetivas que pueda alcanzar la empresa a través de sus actividades. Esos rangos intermedios entre la mejora continua y las innovaciones es donde mejor trabaja una empresa Consultora. Además de ayudar en todo lo que es la operativa, cómo acceder a las ayudas, su ejecución, la mecánica de certificación de proyectos, etc, de forma implícita actúan como soporte en el desarrollo de la cultura innovadora de las empresas.
