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Edificación: Fecha límite 2021

El 54% de la población mundial vive actualmente en zonas urbanas. Una cifra que, tal y como estima el informe sobre Desarrollo Urbano del Banco Mundial, se incrementará hasta llegar a 6.000 millones de personas en 2045. Ante esta urbanización, la contaminación por el aumento de emisiones y gasto energético se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la agenda institucional, tanto a nivel nacional, como europeo e internacional, lo que se está traduciendo en unos cambios legislativos que endurecen progresivamente las exigencias en materia de rehabilitación y obra nueva.

Edificación: Fecha límite 2021

En el caso de España, el Ministerio de Fomento está en trámite de aprobar próximamente un nuevo Documento Básico de Ahorro de Energía (DB-HE), incluido dentro del Código Técnico de la Edificación (CTE), para actualizar así los requisitos mínimos de eficiencia energética y ayudar, además, a lograr lo requerido a nivel comunitario: que todos los edificios públicos sean de consumo casi nulo (ECCN) a partir de 2019 y que, dos años más tarde, cumplan también con este criterio los edificios de nueva construcción.

Ante este escenario, nuestro país tiene varios retos por delante. El primero: superar las barreras sociales, tecnológicas y climatológicas que están dificultando a los países de Europa del sur el desarrollo de Edificios de Consumo Casi Nulo (ECCN). Y es que, siendo claros, España va con mucho retraso. A diferencia de otras regiones, como Dinamarca o Austria, que ya han presentado sus planes, nosotros todavía estamos en proceso de aprobación y todavía no tenemos un concepto definido. Aunque el borrador de Real Decreto emitido en junio marca los indicadores que deberán cumplirse, la definición incluida deja el concepto todavía en el aire.

Esto se suma al enorme trabajo que se nos viene encima en materia de rehabilitación. El actual parque inmobiliario de España, compuesto por 25 millones de viviendas (dos tercios de éstas construidas antes de 1990), requerirá del acondicionamiento adecuado, ya que muchos de estos inmuebles no presentan las condiciones de mantenimiento adecuadas y no cumplen los estándares actuales de ahorro energético, aislamiento térmico e, incluso, habitabilidad. Esto supondrá un gran desafío porque, frente a la nueva construcción, la rehabilitación tiene una flexibilidad de maniobra menor y unos costes de intervención más elevados, siendo estos, en muchas ocasiones, inasumibles por los propios propietarios.

Pero, sin duda, el mayor reto estará en la necesidad real de divulgación social. Frente a las nuevas imposiciones, el sector inmobiliario todavía necesita adaptarse a un nuevo modelo arquitectónico de edificios de bajo consumo energético. Los sobrecostes, el cambio en las dinámicas de trabajo durante el proceso de edificación, la falta de conocimiento y nociones sobre este tipo de construcciones, así como la influencia de este modelo en la tasación de inmuebles, son algunos de los desafíos que todavía están en proceso de resolución.

Aquí, el potencial cliente es la clave de todo. Aunque seguirá guiándose por ubicación y precio, se ha de promover que el “factor eficiencia” sea igual de importante a la hora de elegir un hogar, de ahí que los esfuerzos deban dirigirse a explicarle que una vivienda sostenible está mejor construida, es más saludable, confortable, le permite ahorrar dinero con menores consumos de agua y energía y, además, tiene un mejor impacto en el medio ambiente durante su construcción y mantenimiento posterior.

Construcción sostenible, un término mal entendido

En términos generales, todo esto ha traído consigo que en la última década el concepto de sostenibilidad haya cogido más fuerza que nunca desde el punto de vista de la construcción. Un término que, aunque resulta enormemente positivo para promover la cultura de la innovación, no se está abordando ni entendiendo correctamente.

Para empezar, está el error común de relacionarlo únicamente con el mencionado ahorro de energía (aislamiento, calderas de bajo consumo, iluminación led, integración de energías renovables para la producción de electricidad, etc.). Muy pocas veces se habla de ambientes saludables, del uso de materiales naturales, con bajo contenido de carbono o reciclados, de la adecuada elección de procesos constructivos, de hábitos de conducta apropiados o de cambios en la usabilidad de los edificios con el objeto de incrementar su vida útil.

Además, en esta línea argumental, es básico distinguir entre dos términos usados en ocasión como “homólogos” y que sin embargo no lo son; estamos hablando de la diferencia entre “consumo” y “demanda”. Si se pretende hacer un ahorro energético en la edificación habrá que tener en cuenta que las medidas y la repercusión de las mismas no serán similares si atacamos la “demanda de energía” o si pretendemos actuar sobre el “consumo de energía”.

También está el error de abordarlo en términos demasiado generales. Hay muchas variables que afectan a la hora de abordar este tipo de arquitectura, como el tipo de edificación o el país donde esté ubicada. Como ya adelantaba al principio de este artículo, una construcción sostenible nunca se enfocará igual en España que Alemania, Chile o Estados Unidos.

En tercer lugar, relacionar sostenibilidad con inversión en I+D+I es una de las premisas principales que, en ocasiones, no recibe la importancia merecida. La investigación está ayudando enormemente a la sostenibilidad en la construcción mediante la creación de nuevos productos innovadores, que permiten sustituir aditivos químicos por otros basados en componentes naturales, la instalación de sistemas que hagan uso de energías renovables, la optimización del aislamiento térmico, la puesta en marcha de nuevas modalidades de producción, etc.

Lo mismo ocurre con la promoción del conocimiento y la educación. Tres de los hándicaps constructivos a los que se enfrenta la ciudad sostenible son que se trata de una actividad multidisciplinar que requiere de modelos empresariales específicos, de conocimientos especializados a nivel conceptual y técnico y de nuevos perfiles profesionales específicos. La formación, compartiendo conocimientos y nuevas ideas que vayan surgiendo juega un papel crucial.

Así, la clave de todo lo especificado anteriormente está en demostrar que la tecnología de la que disponemos en este sector está muy por delante de lo que en nuestro país se "quiere" legislar. Solo si tenemos esto en cuenta, conseguiremos situar España a la vanguardia europea y hacer realidad un futuro que ya es presente.

José Almagro, director general de Sto Ibérica



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