Todas las grandes innovaciones comienzan con una unión de varias tecnologías . En el sector de la energía estamos a punto de vivir el próximo gran cambio, que se producirá cuando las tarifas por tiempo de uso converjan con las bombas de calor controladas de forma inteligente. El 79% de la energía que se utiliza en un hogar procede de la calefacción y la refrigeración, y la mayoría de los hogares se alimentan de combustibles fósiles. Si se quiere acabar con la dependencia de los combustibles fósiles y prepararse para un futuro renovable, la calefacción es uno de los puntos en los que ha de producirse el cambio.

Las bombas de calor son un recurso cada vez más utilizado por los consumidores. Según la Asociación Europea de Bombas de Calor (EHPA), hay 177 millones instaladas, lo que representa el 7% de la calefacción global. En lo que respecta a España, solo el 5% de los consumidores utilizan esta tecnología, por debajo de otros países europeos como Noruega (60%) o Suecia (43%), que se sitúan a la cabeza. Aunque los profesionales del sector energético son conscientes de su potencial para acabar con la dependencia de los combustibles fósiles, la adopción generalizada se ha visto frenada por la elevada inversión inicial. Los clientes no están seguros de que este desembolso vaya a ser rentable a largo plazo, a pesar de la disminución en las facturas al prescindir del gas.

Otra de las patas para el ahorro, son las facturas por tiempo de uso. En un mercado de electricidad renovable de fuentes intermitentes, la volatilidad de los precios se refleja siempre en función de la disponibilidad, es decir, de la oferta proporcionada. Cuando la oferta no puede satisfacer la demanda, el precio de la energía aumenta. A la inversa, cuando la oferta supera la demanda, el precio de la energía baja. Los coches eléctricos ya funcionan con cargadores que se sincronizan con esas tarifas y sólo cargan el vehículo durante la noche o en los ciclos de precios bajos. Puede ocurrir lo mismo con los termostatos inteligentes o bombas de calor, conseguir precios bajos para la calefacción o el depósito de agua caliente.

En cuanto a los termostatos inteligentes, no son una tecnología nueva, llevan 10 años de crecimiento, aprendiendo de los hábitos de los usuarios y perfeccionando su eficiencia y su diseño. Lo más importante es que empiezan a construir los pasos para el futuro de la energía doméstica, ya que en épocas de precios altos de la energía, cuando el suministro no puede satisfacer la demanda, logran que un hogar pueda hacer uso del calor y el agua caliente almacenados para evitar comprar energía cara. De este modo se reducen los costes energéticos sin comprometer el confort.

Por último, es necesario mencionar que el 46,6% de la electricidad procede de fuentes renovables, según los últimos datos de Red Eléctrica. Es cierto que la seguridad del suministro no puede garantizarse con estas fuentes, lo que limita el potencial de crecimiento de esa cuota. No podemos controlar cuándo brilla el sol o sopla el viento, pero sí podemos examinar el consumo en los hogares para que coincida con esos momentos. En resumen, es importante ajustar la demanda de energía a la oferta disponible para que el porcentaje de energías renovables crezca en nuestra red.

La solución a esto viene de la mano de las tarifas por tiempo de uso y de una bomba de calor controlada de forma inteligente, que busque activamente utilizar sólo la electricidad cuando el precio sea bajo. Al crear hogares con calefacción y refrigeración dinámicas que buscan y evitan esos momentos de mayor precio, los hogares estarán más sincronizados con el suministro de renovables. Esto permite que la cuota de producción de renovables aumente, ya que las fuentes renovables intermitentes podrán ajustarse a la demanda de los hogares conectados mediante tarifas de tiempo de uso.

La unión de este tipo de tecnologías marca el inicio de una gran innovación en el tipo de energía y en la forma de consumirla en el hogar. El resultado final es la construcción de un sistema energético que no sólo se adapta a la oferta y la demanda, sino que allana el camino hacia una red energética más sostenible y renovable para todos.