“La innovación es una de las claves para lograr los objetivos de la Unión Europea en la disminución del desperdicio de alimentos en toda la cadena alimentaria”. Así lo manifestó Andrés Pascual, jefe del Departamento Medio Ambiente, Bioenergía e Higiene Industrial de Ainia Centro Tecnológico, en su intervención dentro de la sesión quinta del Congreso 'Alimentamos un futuro sostenible: retos medioambientales de la industria alimentaria a 2020”', celebrado la semana pasada en el marco de Envifood Meeting Point.
Ainia aportó innovaciones para prevenir y valorizar los desperdicios. En concreto, 12 líneas de trabajo en innovación: lograr una mayor vida útil del alimento a través del desarrollo de nuevas formulaciones y aditivos alimentarios; nuevas técnicas de conservación de alimentos; nuevos materiales de envase como los recubrimientos comestibles en frutas; los materiales barrera (por ejemplo, los absorbedores de oxigeno y etileno); envases activos (por ejemplo, utilizar antioxidantes o aceite esencial de orégano como antimicrobiano) y el desarrollo de nuevos modelos predictivos para la estimación de vida útil mediante estudios acelerados.
También se recomienda innovar en el diseño de envases para que tengan en cuenta elementos como la porcionabilidad, mejores sellados o recerrables; envases que permitan la extracción completa del producto; aquellos dirigidos a una mayor resistencia al transporte y a daños mecánicos o los envases y etiquetas inteligentes (con indicadores de descongelación, grado de humedad, de madurez, de tiempo o de temperatura).
Considerando, además el eco-diseño que permiten a través de herramientas predictivas predecir el comportamiento de los envases para evitar roturas, abollamientos o colapsos. En cuanto a la tecnología aplicada, también se plantea lograr una producción a través de la utilización de nuevas tecnologías limpias en procesos y actividades auxiliares que reduzcan la generación de mermas. Innovaciones como el diseño higiénico de equipos e instalaciones para reducir las pérdidas de alimentos durante la producción; la gestión y sincronización de sistemas o procesos y materiales para la prevención y evaluación de pérdidas de alimentos en procesos de fabricación.
Asimismo, se reclama un control de calidad mediante la implantación de sistemas de inspección avanzada para la identificación de defectos y fallos en el envasado y en el producto para poder corregirlo rápidamente, y evitar así las mermas y el re-envasado de producto que no cumple con los requisitos de calidad y seguridad alimentaria. En cuanto a la logística y el transporte, se debería buscar una mayor colaboración e integración de procesos demanda/provisión entre organizaciones para disminuir la pérdida de alimentos mediante una mejor sincronización de envío/recepción de mercancías, integración de stocks o el aseguramiento de niveles de servicio; y lograr una cadena de valor eco-eficiente, gracias a la introducción de sistemas digitales para cadenas de valor colaborativas orientadas a la eficiencia global y minimización de consumo de recursos.
El recurso más habitual sería plantear soluciones a medida, realizando auditorías sobre pérdidas y desperdicio de alimentos, evaluación de la huella ambiental de empresas y productos, análisis de aspectos legislativos para evitar el desperdicio y revisión de requisitos normativos que inciden sobre el potencial despilfarro de alimentos. También, realizar informes sectoriales y cursos de formación on-line sobre desperdicio de alimentos para todos los agentes que forman parte de la cadena alimentaria.
Asimismo, se plantean dos líneas de trabajo en innovación social para la prevención y otras tres en innovación para la reutilización y valoración de los desperdicios. En cuanto a las primeras, se contempla por un lado promover acciones de sensibilizació n e impulso a cambios en los hábitos y modelos de consumo que permitan reducir el desperdicio basados en las TIC y, por otro, estudios con consumidores para la evaluación de su percepción y comportamiento ante iniciativas y productos.
Sobre la reutilización y la valorización, las estrategias pasarían por la reutilización en la cadena alimentaria (para desarrollar nuevos productos alimentarios a partir de materiales excedentarios, recuperar compuestos de interés y generación de soluciones digitales para la comercialización alternativa de excedentes o desperdicios), el reciclaje (desarrollo de piensos y otros productos para alimentación animal) y valorización energética (mediante el uso de técnicas de digestión anaerobia para la obtención de biogás agroindustrial).





