Hoteleros y proveedores mantienen su apuesta por ofrecer un buen desayuno. Los primeros, porque ponen en juego la reputación de sus establecimientos y la fidelización del cliente, en unos momentos en los que todo suma, pero la exigencia es mucho mayor, dadas las circunstancias de la demanda, con un poder adquisitivo cada vez más recortado, y la creciente competencia. Los segundos, porque han de adaptarse a los gustos de los clientes, incluyendo una oferta variada y, en muchos casos, personalizada por necesidades nutricionales específicas, a la par que han de atender el ajuste de precios requerido por los hoteleros. En este orden de cosas, las principales tendencias en desayuno en hoteles se orientan hacia el incremento del consumo de productos más saludables (ecológicos, naturales, bajos en sal, integrales y funcionales) y de calidad. En cuanto al formato, el buffet, con su variedad de productos, mantiene su reinado. En este sentido, los establecimientos están incorporando cada vez más espacios con alimentos especiales para diabéticos, celíacos y/o con intolerancia a la lactosa. En este mismo paquete se incluyen también productos bajos en sal e integrales, para aquellos que buscan cuidar su salud. De hecho, la fruta, entera o ya cortada, es uno de los productos que nunca falta. Las compañías proveedoras, para adaptarse a estos hábitos y facilitar su manipulación al hotelero, cuentan con una suerte de productos que, en el caso de las masas y la bollería, se presentan congeladas, ya listas para consumir o fermentadas, que sólo necesitan cocción. Además, han proliferado las tartas precortadas, más higiénicas y fáciles de servir. Por su parte, no podemos olvidarnos el café, cuyo uso en cápsulas y con máquinas superautomáticas para café en grano son otras dos tendencias al alza, junto a unas cartas con un mayor número de variedades.







