Con una tasa de prevalencia de entre 500.000 y 800.000 personas en nuestro país, el Alzheimer se ha convertido en un reto de gran magnitud . Para paliar los efectos y las consecuencias de la enfermedad, cada vez son más los actores que se implican en la investigación, la intervención terapéutica y la adaptación de los entornos a las necesidades especiales de los pacientes. En este sentido, es especialmente reseñable la implicación de los grandes grupos geriátricos , que cuentan cada vez con programas más específicos para retrasar los efectos del Alzheimer y mantener, en la medida de lo posible, las habilidades y capacidades de sus residentes.
En la mayoría de los casos, los centros geriátricos y asistenciales disponen de unidades específicas para personas con enfermedades neurodegenerativas. En ellas, se trata de incorporar espacios seguros y amplios que faciliten la deambulación sin riesgo de los residentes. Se apuesta por la utilización de imágenes reales y claras que facilten la orientación, así como por la utilización de colores alegres para crear espacios positivos.
En cuanto a las terapias, destaca significativamente la incorporación de la estimulación a buena parte de los programas previstos para este tipo de pacientes. En este sentido, destacan las salas de estimulación multisensorial (salas snoezelen), que ayudan a entrenar la mente, así como la psicomotricidad, a través de elementos visuales, auditivos, táctiles, olfativos y gustativos. También es reseñable la apuesta por el uso de nuevas tecnologías adaptadas a terapias específicas, (mascotas virtuales, videoconsolas, etc.), así como la incorporación de animales a distintos tratamientos.







