Los materiales de construcción serán más resistentes, sostenibles y adaptativos. Debido a los rápidos avances científicos y tecnológicos en la industria de los materiales será habitual que esas prestaciones vayan en aumento. Este escenario se verá además reforzado por un cambio en el entorno macroeconómico y fomentado por una serie de tendencias en arquitectura y construcción, sobre todo en lo referente a cómo serán las ciudades del futuro.
Por una parte disponemos de nanotecnología que ofrece la posibilidad de explorar nuevas cualidades que alargan la vida útil de estos materiales y mejoran sus propiedades. Entre estos se encuentran por ejemplo el cemento termocrómico y el hormigón autorreparable. El cemento termocrómico es un revestimiento inteligente aplicado generalmente en cementos eco-eficientes que cambia de color en función la temperatura. El objetivo es claro, el de disminuir o aumentar la temperatura superficial de la fachada y gracias a esto mejorar la eficiencia energética del interior. A simple vista parece polvo de cemento normal, pero tras añadirle un tipo de pigmento termocrómico, éste adquiere la prestación de cambiar de color. Con bajas temperaturas, el cemento adquiere un color más oscuro, mientras que con una temperatura más alta tendrá un color más claro buscando lógicamente bajar la demanda energética de los edificios en los que se emplea.
Esta combinación de materiales tradicionales como el cemento, con otros elementos más innovadores como este tipo de pigmentos, permite nuevas aplicaciones, mejora las prestaciones actuales y consigue que el cemento resuelva (al menos parcialmente) uno de sus mayores retos, el de ser más respetuoso con el medio ambiente (no olvidemos que es un producto muy intensivo en el uso de energía para ser fabricado) .
En cuanto al hormigón autorreparable, se trata de un tipo de hormigón “reformulado” para lograr que sea capaz de repararse a sí mismo. Este hormigón es eficaz con fisuras de hasta 150 micrómetros de ancho. El progreso que se consigue con este material se traduce en un aumento de la resistencia del hormigón frente a agentes externos agresivos y, por tanto, en un aumento de su durabilidad y un ahorro en los costes de mantenimiento.
Para que estas nuevas cualidades sean eficientes dependen de dos factores clave: por un lado el beneficio objetivo esperado. Es innegociable que los beneficios objetivos esperados que estos productos ofrezcan han de ser mayores que el aumento del coste en obra de los mismos (entendiendo como coste en obra el de sus productos, el del canal de venta y el los costes de aplicación y que no siempre se tiene en cuenta por los Directores Generales o Directores de I+D de los fabricantes). De hecho una de las investigaciones que se está llevando a cabo en la actualidad es el desarrollo de nanopartículas a partir de residuos industriales que permitan justamente la posibilidad de reducir su coste.
La segunda cuestión clave a saber, es el beneficio percibido por los usuarios y que difiere del beneficio objetivo antes mencionado. Los expertos, en general, creen que es necesario centrarse en los beneficios a largo plazo de este tipo de nuevos materiales ya que estos productos innovadores puede suponer una mejora en la eficiencia del edificio a lo largo de su ciclo de vida, por lo que sería posible compensar sus emisiones y el incremento asociado en su coste a lo largo de ésta.
Sin embargo aquí se crea una gran paradoja y es que la percepción del beneficio es drásticamente menor que lo que en realidad objetivamente nos aportan estos nuevos productos. ¿Por qué? Porque en general concedemos un valor extraordinariamente superior del que deberíamos a los beneficios presentes frente a todos aquellos ahorros o ventajas que los productos nos ofrecen a largo plazo (es decir durante su vida útil). Como es el caso de un menor coste de mantenimiento de una infraestructura o una mayor eficiencia energética. Si ese cemento cuesta digamos un 2% más será difícil colocarlo en el mercado. Aunque me ahorre mucho más a lo largo de la vida útil del producto, lo sabemos. Si lo llevamos al refranero popular nuestro cerebro piensa “en 50 años todos muertos”
Ejemplos en el sector hay infinidad. Por ejemplo la contratación de infraestructuras por ejemplo donde prima habitualmente la baja económica realizada sobre el coste estimado del proyecto, en lugar del coste a lo largo de la vida del mismo. O en la misma línea los proyectos de eficiencia energética de las ESE que se abren paso en el mercado de una manera mucho más lenta de lo que deberían (en base a los beneficios que ofrecen) por esta misma razón. Una posible solución pasaría por ser innovadores también en los modelos de financiación de este tipo de productos con claras ventajas a largo plazo…
Por otro lado los conflictos y las tensiones geopolíticas de algunas regiones han acentuado los problemas relacionados con el desempeño de la economía mundial, con serias consecuencias para muchos países exportadores de materias primas que ven como el valor de sus reservas ha caído de manera significativa. En Europa existen riesgos geopolíticos que afectarán a la evolución de las materias primas: las recientes elecciones presidenciales en Francia, parlamentarias en Alemania y las negociaciones del Reino Unido sobre su salida de la UE. Se ve tan en serio peligro el abastecimiento de ciertas materias primas en Europa que recientemente la industria alemana reclamó a su Gobierno que incluyera el suministro de materias primas como un asunto relevante en su agenda.
Además, la digitalización y el cambio energético han hecho subir notablemente la demanda de las “nuevas” materias primas. Por ejemplo, se prevé que en unos años la demanda de litio será casi cuatro veces la producción actual. El litio es una materia prima central del cambio energético y es necesario para la eficiencia de las baterías eléctricas y para el almacenamiento de electricidad eólica y solar que muy probablemente se acaben instalando en muchos edificios. El cobalto también es otra materia prima crítica que de no ser sustituida no podrá cubrir la demanda de baterías para móviles. Empresas como Apple y Microsoft estudian otro tipo de minerales para poder encontrar la solución a este problema.
Exceptuando Australia y China, la mayoría de las reservas de estos minerales están en Africa y Sudamérica. ¿Quién es el primer inversor en esos continentes? China ¿Hace falta explicar sus motivos? ¿Alguien se ha preguntado las consecuencias que tendrá para el sector de la construcción y sus materiales si el gigante asiático acaba controlando estas reservas estratégicas a nivel mundial? ¿Pasará China a ser la OPEP del futuro?
En este sentido conviene señalar que no pocas de las iniciativas de economía circular y reutilización de productos en el sector de materiales de construcción tras su fase de uso, tienen mucho más que ver con esta cuestión que con los aspectos sostenibles que se nos comunican de manera reiterada…Lo que sin duda ocurrirá es que el porcentaje de contenido en producto reciclado aumentará.
Para finalizar, desde apliqa concluimos que estos avances científicos en materiales de construcción así como los cambios geopolíticos y las consecuencias para los mercados de materias primas van “agitar” el sector de la construcción.