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Industria de la construcción, esencial y segura

Estamos en un momento económico en el que no hay tiempo que perder. La pandemia, que hemos vivido con intensidad en los últimos meses, y en la que estamos todavía inmersos, ha dejado nuestra economía muy debilitada, poniendo asimismo en riesgo no solo la salud, sino también el bienestar y la cohesión social. Sectores tradicionalmente motores han gripado por el camino y su recuperación va a ser lenta y dolorosa, dejando a su paso paro, incertidumbre y pobreza. Las previsiones de los expertos y economistas, sin coincidir en el dato exacto, convergen en la tendencia y esa es la que entre todos debemos intentar reconducir con la ayuda y la colaboración de las empresas, autoridades y sociedad en general.

Industria de la construcción, esencial y segura

Nuestro tejido empresarial, si en algo se ha caracterizado históricamente es en ser todoterreno, perseverante, tenaz y obstinado y, en esta nueva ocasión estoy seguro de que no lo va a ser menos. Sin embargo, recuperar nuestra economía de este duro trance va a ser lento y debemos aprovechar la inercia de las industrias que se han visto menos golpeadas por la pandemia y tienen capacidad para reaccionar de una manera más ágil y contundente para que se conviertan en tractores de la recuperación.

Este es el caso de la industria de la construcción, sobre la que quiero romper una lanza, porque trabajo en ella desde hace más de 25 años, la conozco bien y creo estar cualificado para afirmar que este sector tiene que ser el motor de la recuperación, generando la riqueza y el empleo que este país necesita hoy. No hay tiempo que perder, tenemos que pasar a la acción. En primer lugar, quiero destacar que la industria de la construcción prácticamente no ha parado durante toda la crisis sanitaria, por lo que no necesita arrancar, ya está en marcha y funcionando a buen ritmo dentro de las circunstancias en las que nos encontramos. En segundo lugar, quiero poner en valor que se trata de un sector que produce bienes y servicios necesarios y que son el fiel reflejo de la calidad de vida y del nivel de desarrollo socioeconómico de nuestros ciudadanos. Y en tercer lugar, y por encima de todo, quiero destacar la seguridad: se trata de un sector seguro. La construcción siempre ha sido una industria en la que la seguridad ha sido una prioridad, en la que se ha intentado siempre ir por delante de la norma, cumplir, formar y cuidar de sus profesionales para evitar accidentes. En esta última crisis sanitaria se ha visto como la construcción, desde el primer momento, ha establecido protocolos para prevenir y evitar la propagación del Covid-19 y, en algunas empresas como Cemex, hemos creado nada menos que 52 protocolos globales anticovid-19, que contemplan todas y cada una de las actividades de la compañía. Prescriben cómo interactuar de forma segura con colectivos y profesionales para regular hasta en el último rincón del negocio y establecen las medidas que nos permitan asegurar al máximo la seguridad de nuestra gente y por ende, de sus familias. Por otro lado, nuestro sector ofrece más seguridad que otros sectores industriales debido a la baja densidad de profesionales por metro cuadrado.

La industria de la construcción contribuyó en 2019 al 5,9% del PIB, más de 73.470 M€, según los últimos datos de la contabilidad nacional trimestral (CNTr). Además, generó 1,28 millones de empleos directos, siendo dinamizador de una decena de subsectores económicos gracias a su efecto multiplicador. Esta condición de generador de riqueza y empleo en tiempos “normales” se acrecienta en la era covid-19 y post covid-19, en donde sectores tradicionalmente motores de la economía se han visto seriamente afectados por la pandemia, con graves consecuencias para la economía y el empleo. Por otro lado, potenciar, apoyar o incentivar la construcción ayuda al desarrollo y mantenimiento de las infraestructuras básicas del país y contribuye a mantener los ingresos y el bienestar de miles de familias.

Confiar y apoyar el sector de la construcción como motor económico es además, especialmente en estos tiempos, una sólida apuesta de presente y de futuro, contribuyendo con carreteras más sostenibles y duraderas, viviendas eficientes, colegios, centros de salud, hospitales, residencias, parques fotovoltaicos, infraestructuras de agua, diques, canalizaciones, etc… a mejorar nuestra calidad de vida, bienestar y nivel de desarrollo socioeconómico, asegurando al tiempo el necesario respeto y su adecuada integración en el entorno.

La industria de la construcción puede y debe ponerse al frente de la reactivación económica como motor y palanca para la recuperación y el crecimiento social y económico tras la pandemia. Es nuestra responsabilidad liderar dicha recuperación y facilitar, en la medida de lo posible, que otros sectores vuelvan a contribuir de manera sólida y sostenida a nuestra economía y bienestar social.

Urge por tanto seguir promoviendo, desde el ámbito público y el privado, el desarrollo de edificaciones e infraestructuras que contribuyan a vertebrar adecuadamente nuestros territorios y promuevan una mejor convivencia y habitabilidad en nuestras ciudades y zonas rurales, a la vez que se asegura el mantenimiento de un empleo de calidad. En definitiva, hablamos de la sostenibilidad del bienestar y la cohesión de nuestra sociedad.

Colaboración público-privada

Por nuestra parte, el sector ha demostrado que puede ofrecer a la sociedad unas infraestructuras y edificaciones que sin duda colocan a nuestro país a la vanguardia del mundo, por lo que ahora solo necesita la colaboración de las administraciones, que adopten planes ambiciosos, simplifiquen los procedimientos administrativos, agilicen la concesión de licencias de obras y la evaluación ambiental de proyectos. Resulta fundamental que se flexibilicen los pliegos de contratación y ejecución, se refuerce la seguridad jurídica de las inversiones y favorezca la innovación, la transformación digital, y el desarrollo de nuevos productos y soluciones constructivas que contribuyan al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para todo ello resultará imprescindible arbitrar nuevas formas de financiación, aplicando sistemas de colaboración público-privadas que han demostrado ya su eficacia en países de nuestro entorno.

Sobre la base del positivo impacto que tiene el sector de la construcción en la economía española y el gran potencial de las empresas que lo conforman, Cemex ha publicado recientemente el informe 'La construcción, Industria esencial y segura'. Un estudio que destaca igualmente que la construcción en España reúne todos los elementos para actuar como motor y palanca para la reactivación económica post covid-19.

En un momento en el que nuestra sociedad se enfrenta a una emergencia triple (sanitaria, económica y social ), el sector privado y, de manera especial, la industria de la construcción y el resto de subsectores dependientes pueden aportar un gran valor diferencial para afrontarlas con éxito: políticas y protocolos para la protección de la salud de los trabajadores y la prevención de riesgos laborales, conocimiento y experiencia en áreas y materias clave, compromiso con la innovación y con el empleo de calidad, la sostenibilidad o la dinamización económica, entre otros elementos.

Hoy, creo que podemos afirmar sin miedo a equivocarnos, que estamos preparados para ayudar a reactivar la economía y servir de punta de lanza de la recuperación económica y social del país, donde su empresariado ha dado sobradas muestras de valentía, conocimiento, compromiso y capacidad de innovación para la superación de adversidades.

Albert Gómez Miró, director de Materiales Cemex España Operaciones



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