En la actualidad, las ciudades se encuentran en un proceso de transformación que surge como respuesta a las exigencias y necesidades emergentes de sus habitantes. Los núcleos urbanos representan solo el 2% de la superficie de nuestro planeta, pero concentran casi el 70% de las emisiones de carbono de todo el mundo, de las cuales, los edificios por sí solos son responsables del 40%, según los datos publicados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Según el Índice Smart Cities España 2023 (ISCE 2023) que analiza 138 indicadores bajo las dimensiones de 'Sociedad inteligente', 'Economía Inteligente', 'Sostenibilidad y medio ambiente', 'Gobernanza' e 'Infraestructuras y servicios de movilidad urbana'; las ciudades más inteligentes de España son Barcelona, Madrid, Valencia, San Sebastián y Bilbao. No obstante, otras como Santa Cruz de Tenerife, Lleida, A Coruña, Las Palmas de Gran Canaria y Ciudad Real, destacan por ser las más accesibles.

En este contexto, para poder dar forma a las urbes modernas, las llamadas “smart cities”, es indispensable contar con soluciones de movilidad urbana inteligentes que se adapten tanto su población como a su orografía. Las ciudades del futuro son la materialización de las necesidades de una sociedad cada vez más exigente y crítica con el urbanismo, donde la sostenibilidad, la eficiencia y la seguridad son las claves.

En este sentido, los sistemas de elevación cumplen un papel fundamental ya que, gracias a la tecnología y a la digitalización, no solo permiten el crecimiento de los núcleos urbanos de forma vertical, sino que están facilitando muchos aspectos de la vida cotidiana de las personas.

Tecnologías como el Internet de las Cosas, Big Data y el Machine Learning ya están incorporadas a todo tipo de transporte vertical y permiten disponer de equipos conectados que proporcionan datos e información para mejorar el rendimiento del sistema y prevenir posibles fallos antes de que ocurran gracias a la monitorización remota, a los diagnósticos en tiempo real y al análisis predictivo. Un ejemplo de los beneficios que aportan es la reducción al -34% del tiempo de resolución de averías o la prolongación de la vida de los ascensores.

Sin duda, los mayores retos a los que se enfrentan las ciudades son en materia de accesibilidad y de transición energética hacia la descarbonización de los núcleos urbanos, dos aspectos en los que el transporte vertical será el eje central para lograrlos.
Las zonas urbanas deben rediseñarse para ofrecer espacios centrados en las personas. Para ello, es primordial dar vida a conceptos como el de la ciudad de los quince minutos. Estos modelos de planificación urbana alternativos requieren soluciones inteligentes para abordar la congestión del tráfico, conectando medios de transporte horizontales y verticales y ofreciendo a la vez un acceso seguro y sin problemas a los edificios y dentro de ellos. En este sentido, la densidad de población de las ciudades requiere de maniobras inteligentes en torno a la movilidad en las construcciones para conseguir desplazamientos más sostenibles y eficientes.
Asimismo, el futuro del ecosistema también pasará por conseguir una mayor interacción con los usuarios en los desplazamientos, y que, desde sus smartphones, puedan controlar ascensores y recibir información intuitivamente. Pero también por adoptar las energías renovables para todo tipo de movilidad.

A fin de cuentas, el desarrollo de las ciudades inteligentes no puede concebirse sin la existencia de soluciones de movilidad urbana “cero neto” que respondan a las necesidades de una forma de construir cada vez más vertical, descarbonizada, digitalizada e hiperconectada.

Jeroen Dickhoff es director de nuevas instalaciones para Schindler Iberia.