A raíz de los incendios forestales que ha sufrido el sur de California y sus devastadoras consecuencias en grandes zonas residenciales de Los Ángeles, muchos compañeros y compañeras del sector de la construcción con madera se han lanzado a las redes a hacer lo que nos toca siempre a los amantes de este material de construcción: defenderlo. Defender la madera.
Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones y el valioso trabajo de divulgación, siempre necesario y de agradecer, en esta ocasión observo en la mayor parte de las publicaciones al respecto un enfoque que no es del todo acertado. Trataré de explicar el porqué.
Hablar de velocidades nominales de carbonización, el efecto protector de esa capa carbonizada o las propiedades mecánicas de la parte interna de la sección, en definitiva, el método de la sección reducida, nos permite explicar al público general por qué un edificio construido con estructura de madera es igual de seguro en situación de incendio que uno con estructura metálica o de hormigón. Sin embargo, este discurso no encaja con las imágenes donde vemos barrios enteros arrasados por las llamas. ¿Por qué? Simplemente, porque no es de aplicación a un fenómeno de la magnitud y las características de la catástrofe que está teniendo lugar ahora mismo en California.
Incendios interiores y construcción con madera
La mayor parte los incendios residenciales se inician de forma similar. Un fallo en la instalación eléctrica, un despiste en la cocina, una vela decorativa en el centro de mesa o la combustión de la grasa acumulada en campana extractora. Ese foco inicial quemará a continuación los elementos textiles como el sofá, el colchón o las cortinas. Seguidamente se iniciará la combustión de muebles y otros elementos menores de la vivienda. Con todo ese combustible ardiendo, el fuego, ya imparable, comenzará finalmente a afectar a la estructura independientemente del material de la misma. Siempre es así. Entendamos que en un incendio doméstico el fuego no comienza por la estructura aunque ésta sea de madera. De hecho, te propongo un experimento: coge un mechero y una viga de madera de dimensiones estructurales e intenta quemarla. Estoy seguro de que te quedarás sin gas antes de producir algún daño importante en la viga.
Las normativas actuales relativas a la resistencia al fuego de las estructuras se basan en asegurar la evacuación de los ocupantes del edificio. Por eso, en función de las características del inmueble, la estructura deberá mantener su capacidad portante durante un tiempo determinado (30, 60, 90, 120 minutos). Esta exigencia es independiente del material estructural, es decir, la estructura de una vivienda de madera tiene que resistir el mismo tiempo que la estructura de una vivienda de hormigón. Lo que difiere de un sistema constructivo a otro es la estrategia que usamos para garantizar dicha resistencia. Es ahí donde, en el caso de la madera, entra en juego el método de la sección reducida o la protección pasiva de la estructura mediante tableros de revestimiento.
Y, si esto es así, ¿qué ha pasado en Los Ángeles? Pues que, como siempre que ocurre una catástrofe en una construcción con madera, nos estamos centrando en el material y obviando todo lo demás.
Incendios forestales e interfaz urbano-forestal
Mientras escribo este artículo, los incendios de las últimas semanas en Los Ángeles, con focos aún activos, han calcinado unas 20 000 ha, 200 km². Esto es aproximadamente dos veces la superficie de la ciudad de Barcelona.
La fuerte sequía que ha sufrido la región durante los últimos meses sin apenas precipitaciones desde el mes de mayo, la baja humedad ambiental y los fortísimos vientos han generado las condiciones idóneas para que un incendio forestal se convierta en un coloso imparable que arrasa bosques enteros a su paso. Cuando un incendio adquiere cierta magnitud se empiezan a producir fenómenos de retroalimentación. La energía liberada a la atmósfera modifica localmente su comportamiento contribuyendo a la acción de los ya de por sí fuertes vientos. Las pavesas pueden volar miles de metros originando nuevos focos en otras zonas forestales. Por supuesto, ante tal virulencia, los medios de extinción humanos son completamente inútiles.
Sólo queda, por tanto, esperar y cruzar los dedos para que el fuego no alcance zonas pobladas. Desgraciadamente, los barrios residenciales próximos a las zonas forestales son muy vulnerables frente a un fenómeno tan extremo. Existen normativas y recomendaciones específicas para esta interfaz urbano-forestal: respetar franjas de protección entre los árboles y las viviendas, evitar la continuidad de los setos y su proximidad a las edificaciones, eliminación de restos vegetales, mantenimiento de cunetas y solares vacíos. Sin embargo, cuando todos los factores ambientales se combinan de forma desfavorable estas medidas, aun suponiendo que se estén aplicando correctamente, pueden llegar a ser insuficientes.
Pese a su origen forestal si uno repasa la prensa o las redes sociales puede llegar la conclusión de que estamos hablando de incendios urbanos. Acompañan a la noticia imágenes de grandes zonas residenciales donde todas las casas están reducidas a cenizas. Entendiendo el drama social y la necesidad de informar sobre él, lamento que el mensaje que percibe gran parte de la población al ver esas fotografías sea el de “es que claro, construyen con madera y así pasa”. La realidad es que, con gran probabilidad, la energía y temperatura extrema de un incendio de tales características habría tenido efectos igual de catastróficos si esas viviendas se hubiesen construido con acero u hormigón. Puede que algunas se hubiesen mantenido en pie, pero previsiblemente los daños estructurales habrían sido igualmente irreparables, con la diferencia de que en ese caso nadie le echaría la culpa al material y tal vez se habría puesto el foco en el problema real.
¿Y ahora qué?
Se está hablando mucho estos días sobre por qué Estados Unidos construye con madera. Pues lo hacen simplemente porque es lo inteligente en su contexto. En Estados Unidos (y en muchos otros países, por cierto) se construye con madera porque es una materia prima abundante en su territorio, porque tienen cultura y tradición selvícola, una industria de la transformación potente y un sector de la construcción con madera bien implantado. Punto. Si les resultase favorable construir sus casas con acero u hormigón, lo harían.
Hemos visto cómo una construcción con estructura de madera es igual de segura que una de hormigón cuando se desencadena un incendio “normal”, por llamarlo de algún modo. Y hemos visto cómo ninguna lo es frente a un evento tan extremo como el de esta ola de incendios de California. Teniendo en cuenta que en el contexto de cambio climático actual nos dirigimos a una mayor frecuencia de estos eventos extremos, la conclusión razonable es tratar de buscar la vía para que el incendio forestal, que es una catástrofe en sí, no tenga una incidencia tan devastadora sobre zonas urbanas.
Revisar las normativas y medidas de prevención en la interfaz urbano-forestal y controlar su aplicación. Dedicar recursos a la gestión forestal y a las tareas de prevención en el monte. Establecer sistemas de detección e intervención temprana para evitar que un pequeño conato se convierta en un gran incendio. Desde luego, no quedarnos con el mensaje simplista de culpabilizar al material y suponernos siempre más listos que el vecino y a salvo de cualquier catástrofe. Fuera del cuento, llevamos décadas alimentando al lobo del cambio climático y a veces sopla lo suficientemente fuerte como para hacer volar, calcinar o inundar cualquier tipo de construcción, así que mejor centrémonos en mitigar sus efectos con todas las herramientas que tengamos a nuestro alcance.
El empleo de un material de origen natural, renovable si se aplica la gestión forestal adecuada, reciclable cuando alcanza su vida útil, almacén de CO2 durante todos los años que la madera está en servicio y muy alineado con los criterios de construcción de edificios de consumo nulo es una de esas herramientas. Usémosla con inteligencia.
Pablo Martínez es profesor del Curso de Posgrado en Diseño y Construcción con Madera de Zigurat Institute of Technology y especialista en cálculo de estructuras de madera