Un cierre de año siempre invita a hacer balance. Ejercicio necesario, que combina espíritu crítico con el reconocimiento de los avances logrados y el análisis realista de los retos que tenemos por delante. Para nuestro sector, el hormigón preparado, 2025 ha sido, de forma general, un año de consolidación y transformación. Un año en el que hemos seguido creciendo, avanzando en sostenibilidad y dando pasos firmes hacia una digitalización que ya no es una opción, sino una necesidad estructural.
El hormigón continúa siendo un pilar esencial de la construcción y de la economía. La evolución de la demanda, especialmente ligada a la obra civil y a determinados ámbitos de la edificación, confirma su papel estratégico en el desarrollo de infraestructuras, vivienda y servicios públicos, apoyado en una cadena de valor cada vez más profesionalizada, eficiente y comprometida con la calidad.
La sostenibilidad ha dejado de ser un objetivo teórico para convertirse en una realidad operativa. Optimización de diseños, uso más eficiente de los recursos, reducción de emisiones y economía circular forman ya parte de la gestión cotidiana de las empresas. En este contexto, 2026 vendrá marcado por la renovación del cálculo de la Declaración Ambiental de Producto sectorial, una herramienta clave para aportar transparencia, rigor y credibilidad al compromiso ambiental del hormigón preparado.
También ha sido un año de avances en transformación digital. La mejora de procesos, la gestión del dato y el control de la producción se consolidan como palancas fundamentales de competitividad, eficiencia y fiabilidad.
Ahora bien, junto a estos avances, sería irresponsable no abordar las preocupaciones que se dibujan en el horizonte. La primera de ellas es la escasez de personal. El sector del hormigón, como buena parte de la industria y la construcción, encuentra cada vez más dificultades para atraer y retener talento. No se trata solo de perfiles técnicos o altamente cualificados, sino también de conductores, operarios de planta y otros profesionales esenciales. Sin personas no hay producción, ni servicio, ni futuro. Este reto requiere una reflexión profunda y una acción coordinada entre empresas, asociaciones, administraciones y el sistema educativo.
El transporte es otro de los factores que más preocupación genera. El hormigón es un producto de proximidad, pero altamente necesitado de una logística eficiente. El incremento sostenido de los costes asociados al transporte (combustible, mantenimiento, personal y exigencias normativas) está tensionando de forma notable la operativa diaria de las empresas. Se trata de una realidad que afecta directamente a la competitividad del sector y que exige soluciones estructurales, no coyunturales. En determinadas zonas, la escasez de oferta de transporte se está convirtiendo en un problema de primer orden, como ocurre en Valencia a raíz de las obras de reconstrucción tras la Dana. En este contexto, la volatilidad del transporte es elevada y las empresas se ven obligadas a buscar soluciones en un mercado cada vez más tensionado.
Junto a estos factores, no puede obviarse una cuestión que sigue condicionando la estabilidad financiera de muchas compañías: la morosidad. La persistencia de plazos de pago excesivamente largos y por encima de las exigencias legales introduce una presión adicional en un momento en el que las empresas necesitan margen para invertir, adaptarse y seguir siendo competitivas. Abordar este problema exige una visión compartida y responsable por parte de todos los agentes implicados, tanto de quienes imponen condiciones alejadas de los plazos legalmente establecidos como de aquellas empresas que, en un entorno de fuerte competencia, aceptan acuerdos claramente por encima de lo que marca la ley.
A todo ello se suman los costes asociados a la sostenibilidad. La transición hacia modelos más sostenibles es una demanda social asumida por el sector, pero no es neutra desde el punto de vista económico. Las inversiones en equipos, la adaptación de procesos, las certificaciones, los informes y el cumplimiento normativo suponen un esfuerzo relevante que impacta en las cuentas de resultados. Un proceso de transformación de esta magnitud requiere un acompañamiento firme por parte de las administraciones. El reto consiste en avanzar de forma equilibrada, evitando que las empresas más comprometidas y avanzadas pierdan competitividad y que el esfuerzo recaiga exclusivamente sobre ellas.
Es conocido que aproximadamente el 85% de la huella de CO2 del hormigón procede del cemento. También lo es que la industria cementera está realizando importantes esfuerzos para invertir en nuevos procesos y materias primas que reduzcan esa huella sin comprometer las prestaciones del producto. Al mismo tiempo, las asignaciones gratuitas de derechos de emisión se irán reduciendo progresivamente, lo que obligará a acudir al mercado para adquirirlos, incorporando este factor como un coste adicional. En un mercado en crecimiento, este efecto se amplifica y tiene un impacto directo sobre los productores de hormigón, tanto en la adaptación a nuevos productos como en la asunción de los costes asociados a las emisiones.
En este contexto de presión de costes, es importante trasladar un mensaje claro y responsable. La acumulación de tensiones (energéticas, logísticas, laborales y regulatorias) configura un escenario cada vez más exigente, que debe analizarse con realismo y responsabilidad, entendiendo la complejidad del entorno en el que operan las empresas del sector y evitando trasladar mensajes simplificados a un mercado que requiere estabilidad y visión a largo plazo.
Pese a todo, cerramos el año con confianza y positividad. El sector del hormigón preparado ha demostrado resiliencia, capacidad de adaptación y un firme compromiso con el futuro. Crecemos, somos más sostenibles, un poco más digitales y somos cada vez más conscientes de nuestro papel estratégico. Los retos son importantes, pero también lo es la experiencia acumulada y la voluntad colectiva de afrontarlos.
2026 se presenta como un año exigente, pero también lleno de oportunidades en un contexto de crecimiento. Desde Anefhop seguiremos trabajando para acompañar y apoyar a las empresas, defender los intereses del sector y contribuir a que el hormigón siga siendo sinónimo de progreso, calidad, durabilidad y sostenibilidad. Porque construir mejor no es solo una responsabilidad técnica, es un compromiso con la sociedad.
Carlos Peraita Gómez de Agüero es director general de la Asociación Nacional Española de Hormigón Preparado (Anefhop)





