Como ya se avanzó el pasado año, tras un largo periodo de crecimiento casi ininterrumpido coincidiendo con la expansión de los lineales de refrigerados y congelados, el pasado año el sector de los termoformados empezó a dar muestras de fatiga debido a un consumo caracterizado por la atonía. Como se preveía también, esto no ha significado que esta industria haya sufrido algo ni remotamente parecido a un parón, pero sí que existe preocupación a la vista de que, aunque la crisis económica remita, el consumo no mostrará el vigor y los márgenes de crecimiento que tenía hasta hace unos años. Casi todas las empresas de este sector, al igual que sucede con su mercado “hermano” del termosellado, han optado por ofrecer a su cliente una nueva serie de productos que o bien aporten un valor añadido o sean más baratos. Sobre los primeros, la clave está en ofrecer soluciones más ecológicas, caracterizadas por bajos niveles de consumo energético, poco residuo de materiales plásticos y sistemas de alimentación más sencillos. En cuanto a lo segundo, se buscan equipos compactos y de bajos niveles productivos (nada que ver con las grandes líneas de hace unos años) para responder mejor a unas tiradas necesariamente cortas.







