La prioridad desde hace años para las empresas del sector de embalaje logístico es que el cliente no les vea como un mero proveedor, sino como un asesor capaz de optimizar sus procesos logísticos. Se trata de una herencia de la crisis, un momento en el que lo fundamental era mantener el vínculo comercial como fuese, que se ha agudizado ante los fenomenales cambios que se están produciendo a muchos niveles.

El transporte y almacenaje de mercancías está sujeto a una legislación cambiante, a un mercado en fase de expansión (las empresas son cada vez más internacionales) e incluso tecnológico, en un momento en el que nos encontramos a las puertas de la Industria 4.0. Ante un panorama tan complejo, la gran herramienta del embalaje logístico es su versatilidad, un aspecto que se ha traducido en los últimos años en una adaptación constante a través de la customización del embalaje a las necesidades del envasador.

En el último informe elaborado por Alimarket Gran Consumo se recogen tres de los segmentos más importantes de lo que se viene a denominar embalaje logístico: los consumibles (incluyendo en esta categoría los film, flejes, sacos y cinta adhesiva empleados todos para el transporte de cargas), cajas, contenedores y palés plásticos y palés y embalajes de madera (quedan fuera segmentos como los pools o el embalaje de cartón, con sus propios informes en otros números de Alimarket Gran Consumo).

Pese a que dentro de estas tres categorías la situación es en general positiva gracias a los altos niveles de demanda, el sector se enfrenta una vez más a problemas relacionados con el precio de las materias primas, que amenazan con desestabilizar las cuentas de resultados de las compañías. Asimismo, el trasfondo político internacional, con una escalada de tensión entre distintos bloques que parece conducir a restricciones comerciales, puede traer consigo grandes cambios sobre todo a la industria del plástico. Asimismo, todo el sector está buscando las formas de adaptarse lo más rápidamente a los crecientes requerimientos de sostenibilidad tanto por parte del consumidor como del cliente, una auténtica revolución que va más allá del ahorro de costes.

Pese a las incertidumbres, la buena marcha del sector queda constatada a la vista de como se han recuperado proyectos de inversión que la crisis había dejado aparcados de forma temporal. Entre 2017 y 2018 se registraron más de 90 M€ de inversión centrada sobre todo en ampliaciones de capacidad productiva y mejoras de procesos vinculados a la calidad final de los materiales, una señal de que el mercado español afronta un periodo marcado por altas tasas de crecimiento.