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Knauf Industries presenta novedades en HIP

Knauf Industries presenta novedades en HIP

Knauf Industries ha estado presente en el salón HIP (Hospitality Innovation Planet), dedicado a la innovación en hostelería y celebrado en Ifema Madrid del 7 al 9 de marzo, presentando sus últimas soluciones para uso alimentario dentro de dos líneas de trabajo: la digitalización y la sostenibilidad dentro de una economía circular. En este sentido, la empresa ha llevado sus soluciones de smart packaging, el blockchain aplicado al catering, la reinterpretación del plástico de varios usos y alternativas de bioplástico y plástico reciclado químicamente. El primero es la incorporación activa de las tecnologías digitales a los envases y embalajes para uso alimentario. Esta tecnología da respuesta al deseo de asegurar la calidad y trazabilidad de un producto a lo largo de toda la cadena de distribución. “Ya es posible incorporar sensores de temperatura que avisan si se ha roto la cadena de frío o la de calor. O que detectan si ha habido cambios en el peso. Esto es muy útil en los envíos de alimentos caros, por ejemplo, en una caja de marisco, donde puede darse la sustracción de alguna pieza o se puede romper la cadena de frío”, explica Víctor Borrás, desde marketing de Knauf Industries España.

La smartbox ‘Komebac Cool’ de Knauf Industries permite tener un embalaje isotérmico, con alta capacidad para absorber impactos y alerta de vibraciones, compatartimentado con posibilidad de temperatura (para transportar alimentos con temperaturas distintas con total seguridad). Se fabrican en PP expandido (EPP), un monomaterial lavable, reutilizable, reciclable y con un ciclo de vida muy largo, con lo que su huella de carbono es muy baja.

La regulación cada vez más estricta sobre el plástico de un solo uso y el inminente impuesto a los plásticos no reciclados obliga a los restaurantes de take away a replantear los materiales que emplean en vasos, platos o bandejas con criterios de retornabilidad. “Una solución sería hacerlos con ‘RKap, una materia prima apta para consumo alimentario, fabricada a partir de plásticos posconsumo y con las mismas propiedades que el PP. Es decir, lo pueden meter en el microondas al llegar a casa si la comida se ha enfriado. Para el establecimiento tiene una indudable ventaja: al proceder de materiales reciclados, los envases de este material están exentos de pagar el impuesto al plástico. En nuestro departamento de diseño podemos añadir un diseño premium en el que se plasme la imagen de marca, con lo que el cliente puede reutilizarlos en casa muchas veces más y la marca logra un recuerdo posconsumo”, destaca Borrás.

El consumo de productos sostenibles y ecológicos experimentó un crecimiento del 7% en 2020. Pero el consumidor final no solo busca que el producto sea saludable y respetuoso con el medioambiente. “Exige que el envase donde lo compra también lo sea. Utilizar bioplásticos procedentes del reciclaje de materiales no fósiles como ‘NeoPS’, fabricado con restos de poda urbana, aporta un valor responsabilidad medioambiental añadida al propio producto que, en muchas ocasiones, puede determinar de forma positiva la elección final del consumidor”, destaca Borrás.

En el caso de ‘Celoops se trata de un material apto para consumo alimentario procedente de plástico reciclado posconsumo. Los envases a su vez son reciclables en puntos que ya son muy familiares para el consumidor (el contenedor amarillo). Esta solución reduce el uso de materia prima de origen fósil y hace partícipe tanto a los fabricantes como al consumidor final en la economía circular. El 40% de los alimentos que se producen en la Unión Europea no llegan al mercado. El desperdicio alimentario en España supone que cerca de 7,7 Mt de alimentos acaban a la basura al año. De ellos, 1,7 se pierden a lo largo de la cadena de suministro, una cifra preocupante que comporta graves pérdidas al sector y que podría evitarse utilizando la tecnología blockchain.

Creado inicialmente para las criptomonedas, el blockchain puede convertirse en una gran ayuda para optimizar la cadena de distribución y detectar puntos dónde es posible mejorar o donde hay fallos, retrasos o problemas de cualquier índole que afecten a la calidad del producto. “Supone añadir como un código de barras al envase que se puede chequear a lo largo de toda la cadena de distribución. Así, todos los actores a lo largo de la cadena pueden saber a qué hora ha salido un alimento del almacén, qué ruta ha seguido el transporte, si ha habido incidencias o fallos al llegar al punto de venta, etc.”, destaca Borrás.



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