Pese a todo lo dicho sobre la crisis económica, la planta de la hotelería española en el exterior ha conseguido crecer cerca de un 4,5% en los últimos doce meses. La amenaza para el próximo ejercicio es la paralización masiva de proyectos, encabezada por la decisión de Sol Meliá y Nh de ajustar al máximo sus inversiones. Sin embargo, diversos puntos turísticos, como Cuba y Marruecos -y el Mediterráneo suroriental, en general- consiguen mantener el interés de las cadenas. Fuera de estos destinos más clásicos en la hotelería española, Berlín se confirma como una de las plazas en las que más confían nuestras cadenas, o al menos eso se deduce del hecho de que el 80% de las habitaciones proyectadas lo sean en régimen de propiedad. Brasil, por su cuenta, se perfila como otro de los posibles destinos más atractivos.
Las cadenas y grupos hoteleros españoles contaban, a 31 de octubre de 2009, con un total de 944 hoteles y 236.682 unidades alojativas operativas en el exterior, según registra el Censo de Hoteles Hostelmarket. Esta cifra supone un crecimiento del 3,4% en establecimientos y del 4,6% en habitaciones respecto a los datos actualizados de 2008. En comparación con los últimos ejercicios,la oferta internacional ralentiza su crecimiento cerca de cuatro puntos, pero demuestra la apuesta de la hotelería española por el exterior, aunque sea con más cautela que en el pasado. Que las principales cadenas han aumentado progresivamente el peso de su actividad fuera de nuetras fronteras no es ningún secreto -las seis más grandes tienen más de la mitad de su capacidad en el exterior, hasta en el 80% en el caso, por ejemplo, de Oasis-. Aun reconociendo su experiencia y sus muchas fortalezas, el turismo español muestra varias dificultades coyunturales y estructurales que propician el desvío del interés de los profesionales hacia otros destinos con mejores expectativas. En el actual contexto económico, nuestro país encara el descenso de llegadas internacionales, especialmente de alemanes y británicos, el aumento del IVA y la guerra de precios para mantener las tasas de ocupación hotelera; pero a largo plazo también habrá de resolver la reconversión de su segmento de sol y playa y lograr diferenciarse de otros destinos vacacionales mediterráneos más económicos.







