Arla y sus más de 10.000 ganaderos dan un paso más en la producción láctea sostenible. El objetivo principal consistirá en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 30% por kg de leche durante la próxima década y trabajar hacia el 0% en emisiones de carbono para el año 2050. Esta nueva estrategia cubre toda la cadena de valor, desde la vaca hasta el consumidor y aborda las áreas: clima, aire, agua y naturaleza. De este modo para proteger mejor el cambio climático se optará por una reducción total de gases contaminantes, para disfrutar de un aire y un agua limpia se tratará de mantener en equilibrio los ciclos de nitrógeno y fósforo, y, por último, se buscará el aumento de la biodiversidad y el acceso a la naturaleza, para mejorar en este campo. Para ello Arla se basará en tres principios fundamentales, la transición de combustibles fósiles a energías renovables, la economía circular y la colaboración en la cadena de valor.

No obstante, la compañía declara que lleva muchos años trabajando en pos de un entorno sostenible, llegando a reducir un 24% de C02 por kg de leche desde 1990 y un 22% de emisiones en los procesos de producción, embalaje y transporte desde 2005, a la par que ha aumentado progresivamente sus fuentes de energías renovables hasta obtener actualmente un 27% de su suministro a partir de estos recursos. Así pues, la huella de carbono por litro de leche de Arla es la mitad de la media global.

"Queremos aprovechar nuestra posición como la principal cooperativa ganadera internacional para acelerar la transición hacia la producción láctea sostenible. Hemos trabajado hacia una agricultura sostenible durante años y tenemos que ir más lejos y más rápido, sobre todo para ayudar a luchar contra el cambio climático, que afecta a todos en el planeta, especialmente a los agricultores” afirma el presidente de Arla Foods, Jan Toft Nørgaard.

Para alcanzar los objetivos que se plantean ahora, la cooperativa se centrará en las granjas, la producción, el embalaje y los desechos alimenticios. En sus granjas adoptarán medidas como la optimización de la alimentación de las vacas para reducir las emisiones de metano, el trabajo por la eficiencia del abono para minimizar los residuos y las emisiones, el aumento de las energías renovables (eólica, solar y biogás), la captura y almacenamiento del carbono en la tierra y la absoluta garantía del bienestar animal. Además, en cuanto a su producción tratarán de hacer sus operaciones y su transporte más verde mediante un transporte libre de combustibles fósiles, la eficiencia energética y un mayor uso de energías renovables en la cadena de suministro. Finalmente, también emplearán embalajes elaborados con materiales sostenibles y pondrán en marcha diversas iniciativas para minimizar el desperdicio de los alimentos.