La biotecnológica francesa Gourmey ha anunciado la presentación de solicitudes ante la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA); la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA); la Agencia de Alimentos de Singapur (SFA); la Agencia de Normas Alimentarias (FSA) del Reino Unido; y la Oficina Federal de Seguridad Alimentaria y Veterinaria de Suiza (FSVO) para su foie gras con base en cultivo celular. De esta forma, el controvertido alimento en el campo del bienestar animal, del que España es el segundo consumidor mundial, tras Francia, va a ser el primero en someterse al riguroso y lento escrutinio de las autoridades europeas.
Hasta aquí la noticia. Quizás dentro de 18 o más meses tengamos algún tipo de actualización por parte de la EFSA. El problema es que la luz verde de las autoridades sanitarias poco o nada tiene que ver con el potencial real de llegada al mercado de estas aplicaciones alimentarias. Evidentemente, es un procedimiento imprescindible, pero tal y como estamos viendo en mercados como EE.UU. o Singapur, tener esta autorización no significa tener impacto en el mercado. Y todo indica que para que podamos hablar de impacto real en la dieta humana todavía falta entre mucho y muchísimo tiempo, entendiendo estos adverbios de cantidad en medidas de décadas de años.
Sin embargo, desde Gourmey afirman que prevén ofrecer su foie gras cultivado a chefs y restaurantes en 2026. Fundada en 2019 por Morin-Forest, Jérôme Caron y Antoine Davydoff, Gourmey ha recaudado hasta ahora 65 M€ y cuenta con un centro de producción piloto y una instalación de producción comercial de en París.
También hay que tener en cuenta que es posible que antes de que la EFSA se pronuncie, sea algún otro estado de la UE el que prohíba la investigación, fabricación y comercialización de este tipo de producto. El primero en hacerlo fue Italia, y todo indica que otros como Francia o Austria podrían estar cerca de seguir sus pasos. "Hay mucha polarización en el diálogo público, y necesitamos un diálogo basado en la ciencia, nada que esté demasiado impulsado por la ideología", ha afirmado Morin-Forest, imaginamos que con poca convicción. "Este tipo de alimentos son una invención europea y necesitamos preservar esta soberanía tecnológica", ha añadido.
En principio, la propuesta de Gourmey tiene sentido. En plena ola prohibicionista del foie por problemas éticos con el bienestar animal, presenta una oferta libre de células editadas o modificadas genéticamente, y pone al alcance del consumidor un producto delicioso sin trabas éticas. Esperaremos a próximos capítulos para seguir midiendo la capacidad de impacto en la cadena de valor de la industria alimentaria de este tipo de iniciativas.