La situación de este sector va ineludiblemente unida a la de la industria conservera por el simple motivo de que es en la mayor parte de los casos el único cliente al que se dirigen estas empresas. Y en este caso eso es una mala noticia, ya que la industria conservera parece estar pasando su particular calvario debido a la caída del consumo de estos productos y una serie de debilidades inesperadas como son la evolución de los precios de los envases, que han puesto en aprietos a más de un fabricante.
La incapacidad para la diversificación (a diferencia del resto de campos tratados en este reportaje, no hay una correlación clara con otros tipos de maquinaria ajena a las conservas) obliga a las compañías a hacer un esfuerzo tecnológico mayor para mantener la atención del cliente a base de novedades todos los años: máquinas más veloces, de mayor capacidad de proceso o con periféricos más modernos. Esto encima resulta ser una obligación habida cuenta de que es un sector netamente exportador, lo que obliga a estar a la vanguardia tecnológica para competir sobre todo con las firmas asiáticas. Un ejemplo de inversión tecnológica es Herfraga, que a finales de 2008 lanzó una variedad de maquinaria especializada en el envasado de atún y caballa crudos, un negocio con el que estaba vinculado (al procesarlos en conserva) pero que no había tocado.







