Cada día es más frecuente encontrarnos con historias de éxito de nuestros más cualificados chefs internacionales con negocios e ideas relacionados con la alta cocina. Restaurantes en las principales capitales del mundo, acuerdos con cadenas de hoteles, libros, programas de televisión, colaboraciones con líneas áreas, franquicias…
Un crecimiento que, si lo analizamos desde un punto de vista menos glamuroso, como pueden ser el análisis de un balance o una cuenta de resultados de los mismos, puede darnos una lectura no tan optimista y quizás más preocupante. Un aparente éxito empresarial no es necesariamente un negocio rentable y sostenible a largo plazo.
El éxito de estas iniciativas empresariales desarrolladas por nuestros chefs debería obligar a estos a hacerse preguntas como empresarios con vistas a cómo estarán sus negocios dentro de 3-5 años.
¿Es realmente sostenible este nivel de crecimiento?
¿Tengo los fondos y recursos necesarios para afrontar el éxito y lo que esto supone de inversiones y gastos?
¿Quiero, puedo, debo seguir exponiendo todo mi patrimonio familiar y empresarial sin más ayuda de terceros?
¿Cómo puede reducir la dependencia del negocio del fundador para que este sea sostenible y escalable a lo largo del tiempo?
¿De dónde y cómo puedo conseguir financiación para seguir creciendo sólidamente sin exponer todo mi patrimonio y esperar que no me pase nada nunca?
¿Tengo la experiencia, los conocimientos y el equipo necesarios para asumir responsablemente esta etapa de éxito, crecimiento, internacionalización y entrada de socios?
Nos encontramos con proyectos de grandes cocineros que ya facturan varias decenas de millones de euros, que tienen bajo su responsabilidad muchos empleados y familias que dependen únicamente de su inspiración y trabajo. En definitiva, auténticas empresas que, por su tamaño y representatividad, deberían empezar a pensar en términos de sostenibilidad económico - financiera en relación a su crecimiento.
Respecto de la posibilidad de encontrar inversores que apoyen este crecimiento estos buscan empresas con proyectos ambiciosos, escalables y estandarizables.
Ya se han empezado a ver las primeras operaciones de los fondos de capital riesgo entrando en cadenas de restaurantes pagando y valorando dichos negocios en unas cantidades que hasta hace muy poco nadie se atrevería imaginar. Impresionantes.
Pero pensar que estas cantidades pagadas y estos modelos de negocio de restaurantes son extrapolables a los negocios de los chefs sería un error con terribles consecuencias para todas las partes.
Los chefs-empresarios deben anticiparse y empezar a pensar y reflexionar cuál es el medio y las condiciones para atraer ese dinero y esos socios tan necesarios en el corto plazo para, entre otros objetivos, seguir creciendo sin necesidad de exponer siempre el patrimonio personal y familiar, para retener y atraer personal cualificado, para buscar socios locales o globales, y para darle una dimensión y visibilidad internacional al negocio. La respuesta, que va más allá de los mitos y malas creencias de épocas pasadas, es que su camino pasa por los Mercados de Valores. Sí, la Bolsa. Todo cambia, y la Bolsa y los inversores también han cambiado. Merece la pena, y es de responsabilidad, dedicarle un tiempo a entender el nuevo entorno y tamaño de empresa con el que se mueven y cómo se pueden beneficiar mutuamente.
Los Mercados de Valores ofrecen desde hace relativamente poco, unas plataformas y unos criterios de acceso adaptados a este tipo de compañías que deben ser analizadas con responsabilidad y vistas a medio y largo plazo.
En ArmanexT ofrecemos a estos empresarios la posibilidad de preparar y aprovechar su posición y su visibilidad internacional para atraer en un futuro cercano fondos y socios en las mejores condiciones posibles. Somos la primera firma española autorizada por Euronext para participar activa y oficialmente en los procesos de incorporación a cotizar de este tipo compañías entre otras en la Bolsa de Valores de París.
Para estas compañías está disponible el “Listing Técnico”, una forma de acceder a las ventajas que ofrecen los Mercados de Valores, sin que el fundador pierda ni cambie inicialmente ni una sola acción de su actual estructura societaria. Tampoco es necesario un cambio de domicilio de la sociedad, ni aprender idiomas, ni cambiar dónde y cuándo se paga el impuesto de sociedades.
El objetivo es ANTICIPARSE a la posible (o necesaria) entrada de nuevos accionistas, de inversores, de fondos de capital riesgo. Preparar el negocio para cuando llegue el momento tenerlo en las mejores condiciones y poder negociar en las mejores condiciones posibles.
“Nunca es un buen momento”, “el día a día es de locos”, “tengo otras cosas en las que pensar”, “esto no es para mí”, son las respuestas más recurrentes de aquellos que no quieren asumir su rol como empresario. Pero es necesario que, durante unas horas, dejen el gorro de cocinero para pensar en el futuro y en la responsabilidad que asumen como empresarios dirigiendo una compañía con tamaños y necesidades que, hasta hace relativamente poco, no tenían o no imaginaban.
Estas empresas, además de lo que suponen en términos económicos en cuanto a facturación, empleos, inversiones, representan la imagen de España en un sector con un prestigio y una reputación que nos hace estar entre las tres potencias mundiales. Debemos darles continuidad, afianzarlas más allá de la brillante y reconocida inspiración y buen hacer del fundador.
Entre todos debemos romper mitos, profesionalizar y dar viabilidad intergeneracional a estos magníficos negocios que nos representan por el mundo y que tan orgullosos nos hacen sentir cuando los vemos en nuestros viajes.







