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La patata española pierde cuota frente a la extranjera

La patata española pierde cuota frente a la extranjera

La climatología ha influido negativamente en la presente campaña de patata española. La superficie dedicada a su cultivo llevaba varios años de paulatino crecimiento, pero ha sufrido un receso en 2018. Las fuertes lluvias generadas hasta principios de junio provocaron que la siembra de variedades tempranas se retrasara e incluso tuviera cierto riesgo en algunas zonas de Galicia. Sin embargo, los problemas con este tubérculo no proceden únicamente de los factores del clima. La caída de las ventas en el mercado interno también es consecuencia del consumidor, que ha optado en los últimos años por las originarias de Francia y Reino Unido.

España continúa siendo un gran mercado para los operadores del miembro más destacado de la familia de los tubérculos y así se refleja en la evolución de sus importaciones. Desde 2013, la adquisición de este producto ha aumentado un 18% hasta las 715.465 t introducidas en 2017. Los agricultores nacionales afirman que la patata foránea es más barata y goza, en algunos casos, de “mejor aspecto”. En este sentido, los datos ofrecidos por el Instituto Español de Comercio Exterior (Icex) revelan que el precio de la patata importada bajó un 3% a la vez que aumentó su demanda durante el último lustro: pasó de los 0,32 €/Kg a los 0,26 €/Kg del año pasado.

De forma análoga, las exportaciones -sin incluir la patata de siembra- también crecieron año a año desde 2013. En concreto, su volumen progresó más del 20% hasta las 286.107 t de la última temporada. Las cifras demuestran la gran aceptación que el producto español tiene fuera de sus fronteras. En losprimeros meses de 2018 la exportación se situó en 36.527 t por un valor de 16,2 M€. Es decir, un 44% más en volumen y un 80% más en valor respecto a lo obtenido en 2017. Portugal fue el mercado que más recibió, con el 45% de las partidas.

Para intentar que la patata se quede en el mercado interno y resolver otros problemas que atañen al sector, cada vez hay más voces que piden la creación de una interprofesional a nivel estatal. Precisamente, Castilla y León ha dado el primer paso para dar pie a una entidad de este calibre. Pero mientras se materializa, muchos han invertido en almacenar el producto durante un periodo de tiempo más prologando, sobre todo cuando el precio es demasiado bajo. Así, la gran mayoría amplió su capacidad frigorífica. GV El Zamorano, y Udapa son algunos ejemplos. Otros, como Patatas Meléndez, apostaron por incorporar nuevas líneas de producción.

En el ámbito de las novedades, la tendencia se dirigió hacia formatos más pequeños para adaptarse a las exigencias del consumidor, nuevas referencias especializadas en distintos usos culinarios, patata ecológica y V gama. Destaca el lanzamiento que Patatas Meléndez guarda para el año 2019. Patatas Hijolusa, por su parte, presentó una referencia de boniato para microondas, basada en la misma técnica que utiliza con ‘Baby Pat’.

Si quiere obtener un análisis más detallado sobre la última campaña, quiénes son los mayores productores nacionales y todas las innovaciones, aquí puede consultar nuestro Informe 2018 sobre el sector de la patata.



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