
El sector nacional de aceite de oliva acumula dos campañas de altas cotizaciones, que han provocado unos precios finales nunca registrados en España. Obedecen a la baja producción (de 665.800 t) en la campaña 2022/2023 y a las malas previsiones para 2023/2024, temporada en que España contará aún con menos disponibilidades. De este modo, el sector afronta con vértigo este curso, que llega con una demanda internacional por encima de la oferta. De momento, en 2023, se redujo un 12% la venta de aceite de oliva en el canal nacional de alimentación, las MDD avanzaron aquí de modo contenido y los operadores contaron con la resistencia del mercado estadounidense. El escenario de menor rentabilidad contribuyó a frustrar la operación de relevo accionarial en Deoleo, mientras Aceites Toledo vendió a Dcoop su participación en Qorteba. Por su parte, Acesur logró cierto reforzamiento marquista y Aceites Abril emprendió la ampliación de sus instalaciones de Ourense. Además, se confirmó la retirada de Sovena del lineal de aceite de oliva de Mercadona, cadena ahora abastecida fundamentalmente por Dcoop, Jaencoop y Oleoestepa.
Desde hace dos años, el aceite de oliva es objeto de polémica y de debate en España a causa de los precios récord alcanzados por el producto, las acusaciones de especulación lanzadas contra el sector y las cadenas de distribución, los temores de desabastecimiento del mercado e, incluso, los menores precios finales (PVP) de marcas españolas encontrados en otros países a lo largo de 2023. Estas circunstancias han derivado -en un actividad agrícola y almazarera caracterizada por la vecería- de la inédita concatenación de dos campañas de reducida producción (2022/2023 y 2023/2024), cuya media supondrá la mitad de la elaboración registrada en las dos temporadas anteriores (2020/2021 y 2021/2022).
De entrada, 2022 concluyó con el producto virgen extra (aove) de marcas y presentaciones convencionales en un entonces inédito precio de 7 €/l en el canal de retail nacional y la reducción del IVA del 10% al 5% en la categoría de aceite de oliva. Pero el efecto de esta medida -también aplicada en los aceites de semillas-, a priori beneficiosa para sostener el consumo y la competitividad del producto, se ha visto diluido por las continuas subidas del precio final durante los últimos meses y por el efecto del impuesto al plástico, en vigor desde enero del pasado año. De este modo, ya en un contexto de estabilidad general de los precios de los alimentos y con una inflación anual estimada en el 3,1% en diciembre -según el indicador adelantado por el INE-, el Consejo de Ministros ha aprobado la prórroga de esta medida tributaria hasta junio de 2024.
El nivel de precio registrado por el aceite de oliva hace un año resultaba, en buena medida, de las negativas previsiones sobre la elaboración española para la campaña que entonces acababa de iniciarse. Finalmente, la prolongada sequía, el bajo nivel de los pantanos y las altas temperaturas sufridas en la primavera de 2022 arrojaron un balance peor al esperado y la producción se redujo un 55% en la temporada 2022/2023 con respecto a 2021/2022. De este modo, la elaboración aquí quedó en 665.800 t, el menor volumen desde el curso 2012/2013 (saldado con 618.200 t). Este descenso sufrido en el primer país productor fue además responsable de la bajada de la elaboración mundial de las 3,42 Mt obtenidas en el ejercicio 2021/2022 a 2,59 Mt en 2022/2023, pues el volumen en el conjunto de los demás países se mantuvo en algo más de 1,9 Mt, conforme a las cifras del Consejo Oleícola Internacional (COI). En consecuencia, la participación de España en la producción mundial cayó del 44% registrado en la campaña 2021/2022 al 26% en la última temporada.
La corta elaboración aquí, la resistencia de la demanda -fundamentalmente, en EE.UU. y por parte de los hogares españoles-, los malos augurios para la campaña ahora en curso (2023/2024) y el objetivo de los operadores de evitar la eliminación de sus existencias provocaron, a lo largo de 2023, una escalada de las cotizaciones y de los PVP que era difícil de imaginar. Pese al descenso registrado en las tres primeras semanas de noviembre, este mes arrojó una cotización media del aceite de oliva virgen extra en España de 7,79 €/kg. Ya en diciembre, el precio en origen de esta calidad alcanzó 8,60 €/kg, tarifa un 76% por encima de la registrada en el mismo mes de 2023 (4,89 €/kg) y un 165% superior a la cotización de diciembre de 2021 (3,24 €/kg), según los datos de Poolred. Mientras, en los lineales españoles, con unos PVP históricamente altos, el aceite de oliva ha hecho buena la calificación de “oro líquido” y, en concreto, el aove de marcas de referencia (‘Carbonell’, ‘Coosur’, ‘Dcoop’, etc.) llegó a los 14 €/litro en las últimas semanas de 2023.
Pese a este nivel de los precios finales, los envasadores aseguran haber visto recortados sus márgenes, dado el impulso tarifario del aceite de oliva en origen y los mayores costes de financiación. Este escenario hizo volver a pérdidas -en el primer semestre de 2023- a Deoleo, que además vio truncado el objetivo de CVC de salir ya de la compañía. A su vez, la coyuntura ha frenado la nutrida senda inversora (en almazaras, bodegas y plantas de envasado) que caracterizó al sector nacional de aceites en ejercicios anteriores. Entre los mayores operadores industriales y envasadores, destaca la “inversión, de unos 6 M€”, efectuada anualmente por Aceites del Sur-Coosur (Acesur) en su infraestructura industrial y el proyecto, presupuestado en 10 M€, que Aceites Abril está llevando a cabo en su complejo de Ourense.
Con dos ejercicios de retraso respecto a su pretensión inicial, Jaencoop prevé iniciar las obras de su nuevo complejo de Villanueva del Arzobispo en las próximas semanas. “Hemos avanzado con la aprobación municipal”, se señala desde la entidad, que aprobó una inversión de 12 M€ para unas instalaciones con planta de envasado, bodegas para 10.000 t de aceite y plataforma logística.