En 2018 se comercializaron, según datos del propio Consejo Regulador de la DO Cava, 244,47 M de botellas, un 3,2% menos que un año antes, por valor de casi 1.147 M€, un 0,2% menos. Una vez más, el mercado nacional fue el culpable de este retroceso, con un 12% de caída, hasta los 79,38 M de botellas, la cifra más baja de la última década, mientras que las exportaciones (que suponen el 67% del volumen total) alcanzaron un récord histórico de 165,09 M botellas, un 1,8% más que en 2017. Se trata de un volumen superior al obtenido por Champagne (154,8 M ud), pero muy por debajo en valor (alcanzó los 4.900 M€) o incluso en volumen si lo comparamos con Prosecco (273,58 M).
Junto a este gran reto, de impulsar y valorizar las ventas en el exterior, los productores del espumoso español enfrentan otros, derivados de las discrepancias con elaboradores valencianos o extremeños por las limitaciones de nuevas plantaciones de viñedo; o de las complejidades de la situación política en Catalunya. A todo ello se ha unido la salida de bodegas en la zona del Penedés, de momento nueve que se han integrado en la asociación AVEC para el desarrollo de la marca Corpinnat. Su gran objetivo es prestigiar el espumoso de la zona del Penedès, con medidas como la certificación del 100% de la uva como ecológica, la utilización de variedades históricas, la vinificación íntegra en la propiedad y crianzas superiores a los 18 meses.
Ante este anuncio, la reacción del Consejo Regulador de la DO Cava no se ha hecho esperar y ha puesto en marcha un proceso destinado a poner en valor la mención, que aborda tareas como la zonificación (incluyendo la delimitación de subzonas); la potenciación de las garantías de calidad y control (con más exigencias normativas para los cavas de alta gama); y el incremento de la promoción. Precisamente justo antes del final de año 2019, el pleno del Consejo aprobaba la puesta en marcha del plan sectorial que determinará las medidas concretas, que se perfilarán a lo largo de 2020.
Mientras tanto, los dos líderes del sector, Freixenet y Codorníu, enfrentan sus propios desafíos, tras abandonar su condición de grupos familiares, dando entrada con importantes paquetes accionariales al capital extranjero. El primero, con casi 100 M de botellas comercializadas anualmente, está desde el año pasado participado en un 50,67% por el grupo alemán Henkell, quien ha apostado por el espumoso italiano (lanzando ‘Freixenet Prossecco’ y‘Freixenet Italian Rosé'); y ha reducido la deuda, a la par que ha desinvertido en determinados activos, incluyendo la venta de la maison de Champagne Henri Abele y la de otras cuatro bodegas de vinos tranquilos a la compañía de nueva creación Ferrer Miranda (constituida por Pedro Ferrer Noguer, actual vicepresidente y CEO del Grupo).
Por su parte, Codorníu ha dejado notar la presencia de su accionista americano, Carlyle (con un 68% del capital), que también ha renegociado la deuda de la catalana; ha vendido activos inmobiliarios; ha ejecutado un ERE; ha lanzado una OPA para hacerse con la totalidad de la riojana Bodegas Bilbaínas; y se ha fusionado con Gleva Cellars, tras lo cual se nombró a su consejero delegado, Ramón Raventós Basagoiti, como director general del grupo.
El detalle de los proyectos de los principales elaboradores, las inversiones más cuantiosas que se están acometiendo en el sector o lanzamientos que se enmarcan dentro de las tendencias (productos ecológicos, uso de variedades ancestrales, espumosos con hielo, formatos individuales...) forman parte, junto con el ranking de principales elaboradores y cifras concretas de Mapama y de consultoras como IRI o Kantar, del último Informe sobre Vinos Espumosos publicado por Alimarket, en el que además se incluyen sendas entrevistas al Presidente de la DO Cava, Javier Pagés, y a Ton Mata, co-presidente de Corpinnat.
